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Opinión



domingo, 4 de diciembre de 2011

Actualidad Financiera y Fiscal en el Diario de Guayana N° 22

Casos de emprendedores

Aguas arriba

Siguiendo con mi artículo de la semana pasada, quise traer un ejemplo muy interesante que lamentablemente en Venezuela aún no podemos disfrutar, y es el fenómeno Starbucks.
Puede sonar raro, pero tomarse una bebida en Starbucks es una experiencia inigualable (bastante caro, pero inigualable). Claro, esa experiencia –en mi caso particular- solo podía disfrutarla una vez a la semana, dado que el precio de la bebida era equivalente a aproximadamente dos almuerzos, por lo que el momento se hacía más especial aún.
Al entrar en una cafetería de esta cadena, sientes que el estrés lo dejas atrás, que estas en una burbuja y das rienda suelta al placer de hacer una buena lectura o de comenzar una amena conversación.
Aguas en el medio

Toda esa travesía comenzó en 1971 en Seattle, Estados Unidos, con un trió de jóvenes emprendedores con muchas cosas en común, entre las que resaltaba el hecho del gusto por disfrutar un buen té o café de alta calidad, música clásica, y una gran admiración por el clásico de la literatura norteamericana Moby Dick.
Este negocio no nació a priori con el deseo de convertirlo en una corporación internacional, sino por el profundo amor que tenían de vender un café de altísima calidad, que la gente pudiese disfrutar tanto como ellos.
Luego, con el tiempo se fueron separando poco a poco, para darles paso a personas con un profundo interés de expandir el negocio y convertirlo en lo que conocemos hoy.
Aguas abajo

Hay algo muy interesante en toda esta historia, y es el hecho de saber que en el momento en que estos tres emprendedores tomaron la decisión de iniciar su negocio, la ciudad estaba en medio de una grave crisis producida principalmente por la empresa Boeing, la cual había originado un desempleo importantísimo. Para entonces, se veía una inmensa valla en la ciudad de Seattle que decía: “¿La última persona en abandonar Seattle apagará las luces?”.
Este tipo de historias de emprendimiento nos dejan muchas enseñanzas en cuanto al afán de llevar a cabo un proyecto. Para ello hay que enamorarse de un concepto, ejecutarlo y dejarlo crecer. Para ser un emprendedor no solo se necesita dinero, también se necesita mucho coraje, decisión y por sobre todo, optimismo a toda prueba. Hasta una próxima entrega. @wlagc  http://actualidadfinancierayfiscal.blogspot.com/ 

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