Camacho Enrique
Milano Audines
La
educación para el desarrollo sostenible
ayuda a las sociedades a hacer frente a las diferentes prioridades y
problemas, entre otros, los relativos al agua, a la energía, al cambio
climático, la atenuación del riesgo y los desastres, amenazas contra la salud,
la vulnerabilidad social y la inseguridad.
La
educación para el desarrollo sostenible se basa en valores de justicia,
equidad, tolerancia, suficiencia y responsabilidad. Promueve la igualdad entre los
hombres, la interacción social y la reducción de la pobreza, y asigna un lugar
prioritario al cuidado, la integridad y la honradez, como se enuncia en la
Carta de la Tierra.
Siendo
así, la educación bajo este esquema se sustenta en principios propicios a modos
de vida sostenibles, la democracia y el bienestar de los seres humanos.
Proteger y restaurar el medio ambiente, conservar los recursos naturales y
utilizarlos de manera sostenible, actuar ante las pautas de consumo y de
producción no sostenibles y crear sociedades justas y pacíficas. Por lo tanto
para preparar a los ciudadanos para el
desarrollo sostenible se debe fortalecer y ampliar dicho tema en las
instituciones educativas, promover los principios de la sostenibilidad como:
estilos de vida sustentables, buenas prácticas de gestión ambiental,
transversalizar la sostenibilidad en los currículos, compartir
experiencias entre las instituciones,
fortalecer las capacidades docentes, propiciar espacios de participación
estudiantil en proyectos sostenibles que propicien la resolución de problemas
de su realidad y que promuevan la mejora continua.
Los
ciudadanos del mundo tienen que encontrar su camino hacia la sostenibilidad. La
educación para el desarrollo sostenible
hace un llamado para el aprendizaje a lo largo de toda la vida y
reconoce el hecho de que las necesidades educativas de las personas cambian
durante el transcurso de sus vidas.
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