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Opinión



miércoles, 1 de mayo de 2019

Primero de Mayo

Históricamente, la clase obrera se ha visto seriamente afectada por los efectos de la
economía, originados por decisiones tomadas por la fuerza política, quienes al fin y al cabo tienen el poder otorgado por éstos mismos para la representación de sus intereses. Indudablemente, dichas decisiones tienden a afectar la oferta y demanda de bienes y servicios, redundando en el aumento o disminución de los beneficios de las familias menos favorecidas. Siendo así, paradójicamente una minoría tiene un poder desproporcionado sobre la mayoría.

Dentro de las distintas corrientes y teorías económicas destaca la multiplicidad de criterios en cuanto a la importancia que tienen los gobiernos en el vaivén de la economía; lo cierto es que independientemente de la acera donde usted se encuentre, podría coincidir en que las autoridades deberán generar condiciones para que los privados puedan ejercer actividades de forma legal y ética en escenarios estables y justos para todas las partes. Aun cuando luce sencillo y utópico, su operacionalización es el gran reto de la humanidad, producto de los altos niveles de corrupción de nuestras naciones, lo que impide que existan niveles razonables de eficiencia y eficacia gubernamental.

Desafortunadamente, el menos preparado termina haciendo frente a más adversidades, por lo que también deben darse condiciones para que la formación sea una constante, atendiendo a las individualidades de cada ciudadano, en procura de su realización como persona en ambientes cada vez más competitivos y globalizados. El Estado debe estar allí, con todo el interés de propiciar oportunidades tangibles y extensibles a todas las clases sociales.

Empíricamente se podría creer que malos gobiernos generan la desmejora continua de los asalariados, considerando que mientras más ineficientes y corruptos son, más son las condiciones generadas para oportunistas que encubren fechorías en estructuras formales y aparentemente legales, amparadas en entes públicos percibidos negativamente por la comunidad económica y social. Propiciar el achicamiento de los mercados, da pie a la creación de monopolios de hecho; esto en nada beneficia a los trabajadores, dado que elimina la posibilidad de defender derechos económicos en función a las competencias y habilidades de cada persona.

Los gobiernos deben dar condiciones para que la inversión interna y externa inicie proyectos empresariales con altos niveles de certidumbre jurídica y económica, esto generará el nacimiento de un mercado donde la oferta y demanda sean la pieza clave para que los trabajadores tengan el empuje para mejorar y con ello hacer justas solicitudes en organizaciones en marcha y rentables, mientras en simultaneo el Estado apoya a la educación para con ello preservar que el sistema produzca personal capacitado para afrontar nuevos retos en países donde todo está por hacerse.

Logrando ello, se podrá alcanzar la reivindicación de la clase trabajadora, el fortalecimiento de la familia -pieza clave de la sociedad-. Será interesante llegar a un primero de mayo en un país donde los ciudadanos puedan cubrir sus necesidades básicas, estando claro que las mejoras que tengan en el tiempo serán directamente proporcional a su esfuerzo personal. Esto garantizará una sociedad proactiva, justa, socialmente comprometida, alineada al medio ambiente y económicamente satisfecha y realizada.

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