Uno de los principales disparadores es la facturación electrónica, como medio para poder generar data para las administraciones gubernamentales, lo que alimenta (como elementos contables) la renta, débitos/créditos fiscales, compras, etc., de forma automática.
Esto ha requerido una inversión significativa de los gobiernos (evidentemente pagado por los mismos contribuyentes) para con ello crear plataformas confiables y rápidas para que con ello los contribuyentes pudiesen interactuar en vivo en la plataforma.
Ahora bien, por otro lado tenemos a la facturación digital, que si bien es cierto es un paso hacía el futuro (tarea aprobada hace muchos años en el mundo), que de una u otra forma nos lleva al mundo "paper less" y de actividades más asociadas a esta era, hace que todo el peso de la inversión recaiga en cabeza de los contribuyentes.
Es decir, estos deben comprar aplicativos, asesoría en sistemas, adquirir medios alternativos de internet, etc., que sin duda alguna son cargas que se convierten en significativas en un mercado como el local, donde desafortunadamente ser formal es un gran reto de sobrevivencia.
Sin quitar el mérito a este pequeño paso, es más importante que la administración tributaria inicie una verdadera reforma tributaria (donde se disminuya la carga tributaria), mejore el proceso de creación de empresas y trámites asociados y automatice el sistema.
Los empresarios deben dedicarse a producir, no a llevar procesos administrativos, contables y tributarios complejos, que terminan obligando a la empresa a redirigir recursos en actividades no generadoras de rentas.
Mientras más fácil sea todo, mayor será la base de contribuyentes.
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