Me levanto en la mañana y recuerdo que no he pagado el impuesto municipal de mi inmueble, me monto en mi carro y también pasa por mi mente que hasta que no tenga la calcomanía pegada del vidrio, corro el riesgo de pasar por un rato poco agradable mientras voy camino a mis múltiples actividades diarias. Con este sobresalto matutino, siento una fuerte carga en la espalda que me dice que debo ausentarme al menos una hora de la oficina -tiempo que demoré el año pasado- para poder cumplir con la obligación que como ciudadano tengo para con el municipio en el cual me encuentro domiciliado.
Busco los pagos que hice el año pasado, les tomo una copia -aunque no debería hacer falta- y me voy a la taquilla más cercana...cerrada. Me informo un poco más. Me dicen que hay dos oficinas para el pago, con el objetivo de simplificar el proceso de recaudación.
Aguas en el medio
Tomo nuevamente mi carro y me voy a la taquilla más cercana y me consigo una cola tan larga, que creo que voy a entrar a un juego fútbol en el Santiago Bernabéu. Veo bien y por ningún lado consigo nada que me indique que estoy a punto de presenciar un clásico, así que no tengo otra opción que asumir mi realidad.
Llego a la taquilla y recibo una planilla luego de dar una serie de explicaciones que pensé que en el pasado ya había dado, tengo buen humor y las vuelvo a dar...total todo esta automatizado, pero igual no parece.
Me dan una planilla, ahora debo ir a un banco, el cual obviamente está abarrotado. Algunos de mal humor y otros con un poco mas de calma -creo que eso depende de las actividades que estas dejando de hacer en ese momento-, pero al fin y al cabo, el ambiente del banco no es muy agradable y empiezo a sentir una fuerte necesidad -contraria a un buen comportamiento ciudadano- de conseguir algún amigo que este mejor ubicado en la cola.
Una vez que pago, me devuelvo al punto de inicio dos -recuerden que el uno fue el sitio donde pague el año pasado en tan solo 45 minutos- y me doy cuenta que debo hacer otra cola para demostrar que cumplí con mi obligación como contribuyente y como ciudadano.
Aguas abajo
Listo...pagué, tengo mi calcomanía y los documentos que demuestran mi apoyo económico para sufragar el gasto público de la ciudad que me ha dado tanto, veo mi reloj y me doy cuenta que demoré al menos medio día; es decir, cuatro veces el tiempo que demoré el año pasado.
Llego a la oficina y dado que duré más tiempo del previsto, todos me ven con cara de culpable y yo digo dentro de mí...estos señores no tienen ni carro ni casa.
Súbitamente me despierto y me doy cuenta que todo fue un mal sueño y le doy gracias a Dios que en el municipio donde vivo: tengo un usuario creado -con el cual declaro en línea-, que automáticamente doy la instrucción para hacer la transferencia desde mi banco de confianza y que el ente recaudador me manda por correspondencia tradicional el original de los documentos y la calcomanía para colocarla en un lugar visible -no hago ni una cola-. Esto hace que me sienta feliz de haber nacido en un siglo en el cual tengo el mundo en mi IPad. Gracias a Dios solo fue un sueño Hasta una próxima entrega. @wlagc http://actualidadfinancierayfiscal.blogspot.com/
jajajajaja, excelente sátira.
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