García, Wladimir
Presentación
El presente ensayo está asociado a la
efectividad jurídica en la aplicación de las medidas sanitarias de la Unión
Europea con respecto a la Covid-19, tema que ha sido de suma importancia
durante el último bimestre del 2019, todo el 2020 y el tiempo transcurrido
hasta la fecha, sin resolución razonablemente definitiva y con consecuencias
ciertamente complejas desde el punto de vista económico, social, político y
evidentemente, de salud pública (entre muchas otras consecuencias, tal como lo
son las jurídicas).
Los escenarios suigieneris normalmente no son
anticipados socialmente por las personas físicas, dado que siempre están
asociadas a eventos que no son vistos como probables por el ojo no profesionalizado
en los temas en cuestión. No obstante a lo anterior, asuntos epidemiológicos
son razonablemente anticipados por la ciencia, siendo adoptados de forma
jurídica por algunas jurisdicciones que son capaces de entender la magnitud de
las consecuencias que puede originar el cierre de fronteras, la paralización de
actividades comerciales, de servicio, educación, etc., y de los graves efectos
en el sistema de salud, por tiempos que son difícil de determinar.
El COVID-19 trajo consigo eventos sin
precedentes para las personas que vivimos en el planeta en la actualidad. Por
más que se haga referencia a situaciones análogas en el pasado,
indiscutiblemente no era el mismo mundo. En nuestra sociedad globalizada, un
producto pudo haber sido confeccionado en tantos países, como tantas piezas
son; siendo así, la relación de país con país es incalculable.
La Unión Europea, como bloque común, ha
trabajado en estrategias que permitan generar condiciones sostenibles de cara
al futuro. Indiscutiblemente, la seriedad y fortaleza de sus instituciones
garantiza un nivel de cumplimiento aceptable, cuando lo comparamos con las
acciones que se tomaran en el resto del mundo. No obstante a esta primera
apreciación empírica, los retos siguen estando allí, dada la complejidad del tema.
La Comisión Europea solicitó a los países
miembros una serie de estrategias que tuviesen como fin el levantamiento
gradual de las restricciones que ha impuesto el COVID. La movilización de
bienes y personas en la Unión son más que significativos, por lo que llevar a
cabo medidas razonablemente exitosas es fundamental para poder ser funcionales
nuevamente. La clave de todo es que sean medidas aplicables y equilibradas,
elementos de suma importancia cuando se analizan los principios del derecho
administrativo internacional. Lo importante es que las medidas sean sostenibles
y seguras para los ciudadanos que forman parte de la comunidad.
Desde la perspectiva legal, hay dos elementos
que están sobre la mesa. El primero es el derecho de los ciudadanos a transitar
de forma libre por toda la comunidad europea. Para los ciudadanos
sudamericanos, puede que ese concepto de libre tránsito sea un tanto abstracto;
no obstante, para los europeos, poder moverse de Madrid a Oporto sin mayores
retos, es clave. Como segundo punto, nos conseguimos todo lo relacionado con
las actividades económicas. Indiscutiblemente, muchos países han comprendido
(quizás con tropiezos) que la pandemia puede producir muertes tanto por la
enfermedad, como por la falta de recursos de subsistencia. No considerar este
elemento, pudiese dejar gran parte de la agenda de lado. La desatención a
aspectos económicos, pudiese incluso ser más devastador, que la misma
enfermedad. Siendo así, la comunidad europea ha tratado de establecer
mecanismos que permitan de forma segura, mantener el aparato producto activo.
Algunos países han sido incluso más agresivos al respecto.
En esta línea, la aplicación de correctivos
legales en materia laboral (reforzando los avances que ya había en materia de
teletrabajo) ha sido neurálgicos para poder garantizar la continuidad operativa
de la economía. Ciertamente, existen modelos de negocio que por naturaleza son
presenciales; no obstante, muchos países han creado esquemas que permitan no
bajar la guardia, minimizando con ello la caída del empleo formal.
La Comunidad Europea ha discutido sobre la
incorporación del denominado “Certificado Verde Digital”, el cual incluye: la
vacunación, las pruebas y la recuperación de sus ciudadanos, a través de un
marco legal común aplicable a todos los países miembros. De igual forma, han
creado regulaciones tendientes a hacer apropiado seguimiento de las aguas
residuales (a fin de ver las posibles variantes) y la necesaria inversión
mancomunada y estratégica en ciencia, tecnología e innovación, a fin de crear
mecanismos que mitiguen los riesgos asociados a esta pandemia, o a otras que
puedan venir en el futuro.
De contenido del ensayo
Margaritis Schinas (vicepresidente para la
Promoción de nuestro Modo de Vida Europeo), aseveró que: “La senda común
requiere un enfoque seguro y sostenible en beneficio de todos los europeos. Al
levantar las restricciones, debemos aprender las lecciones de 2020 y evitar
ciclos perjudiciales y costosos de apertura y cierre. La Comunicación de hoy
incluye un paquete equilibrado de medidas existentes y nuevas. Esperamos con
interés el respaldo de los Estados miembros en el próximo Consejo Europeo. Cada
día nos acercamos más a la consecución de nuestros objetivos de vacunación y a
la recuperación de nuestro modo de vida europeo”. Allí luce razonablemente la
senda que deberá atravesarse desde el punto de vista pragmático. Todo esto debe
venir vestido con un ordenamiento jurídico sólido que permita tener certidumbre
para todos los sujetos de derecho involucrados, e incluso, para el resto de la
comunidad internacional.
Por otro lado, Stella Kyriakides (Comisaria de
Salud y Seguridad Alimentaria) manifiesta que: “Hoy proponemos un enfoque común
de la UE que nos conduzca hacia nuestro objetivo común de reabrir la Unión de una
manera segura, sostenible y predecible. La situación del virus en Europa sigue
siendo muy complicada y mantener la confianza en las decisiones adoptadas es
crucial. Solo a través de un enfoque conjunto podremos volver de forma segura a
la plena libertad de circulación en la UE, sobre la base de medidas
transparentes y de una plena confianza mutua”. Evidentemente, el manejo del
presente reto de forma mancomunada, es el camino que se plantea la Unión
Europea.
En función a lo anterior, la Comunidad Europea se
plantea las siguientes metas, con efectos legales para todos los miembros de la
unidad:
1.
Certificados verdes digitales
2.
Marco Europeo de respuestas ante los retos del
COVID
3.
Orientaciones estratégicas para la realización
de pruebas y rastreo
4.
Inversión en tratamientos
5.
Ayudas al sector turismo cultura
6.
Mecanismo de masificación de vacunas
Cada una de estas líneas tiene como objetivo
poder brindar condiciones sostenibles que permitan visualizar lo que será una
nueva normalidad en la comunidad europea, aun cuando ellos confían que los
cambios permitirán volver a los esquemas tradicionales de forma más efectiva,
eficiente y productiva.
Aun cuando los sucesos del BREXIT pudieron
mostrar las vulnerabilidades de la Comunidad Europea, también está claro que
los logros alcanzados exceden los puntos negativos. Dentro de las ventajas de
este tipo de organizaciones siempre ha resaltado la pérdida razonable de
soberanía por parte de las jurisdicciones; no obstante, la Unión Europea ha
demostrado que no es tal, dado que del aporte de los miembros, surgen
soluciones aplicables y lógicas, para problemas graves como el que estamos
viviendo.
Propuestas y/o sugerencias
que pueden ser incorporadas para lograr el paradigma de la buena
administración
Dentro del paradigma de la buena administración,
el punto central está en poder garantizar el interés colectivo de los distintos
sujetos de derecho. Para el caso del derecho administrativo internacional, se
suma que son intereses abarcan a distintas jurisdicciones. Dichos países (por
naturaleza) tienen distintas idiomas, costumbres, culturas e idiosincrasias; no
obstante a ello, tienen como objetivo común, generar el mayor nivel de
bienestar a sus ciudadanos. En función a ello, la comunidad europea se plantea
ante esta situación, generar condiciones para cada país miembro, que permita
volver a una normalidad razonable sostenible y eficiente para todos.
Ellos están claros de la importancia de poder
tener instrumentos que permitan brindar de certeza y optimismo a sus electores
y a la comunidad internacional. Sabes que su sobrevivencia como potencia
mundial radica en la capacidad que tienen de resolver problemas de toda índole.
Dar el siguiente paso ante una situación pandémica que ha arropado a todo el
mundo, es la mejor demostración de la capacidad de respuesta que tienen como
bloque, lo que servirá de ejemplo para el resto del mundo civilizado.
Desde la perspectiva jurídica, la Comunidad
Europea se plantea como acciones del corto, mediano y largo plazo las
siguientes:
1.
Mecanismos de rescate, atención a los
trabajadores y garantía para el sector productivo, con funcionamiento a partir
de junio de 2020.
2.
Estrategia de salida coordinada por cada uno de
los países miembros, presentada en el mes de abril de 2020. Estas medidas
incluyen normativas y medidas que asistan a los sectores: agricultura y pesca;
mercado interior, industria y comercio; sector sanitario y cualquier otra
acción que garantice el flujo de información apropiada, sobre las actividades
que se llevaran a cabo por todos los países miembros.
De igual forma, las medidas incluyen:
·
Sustitución
de medidas transitorias, por medidas específicas, protegiendo a los grupos más
vulnerables
·
Controles
en fronteras interiores deben suprimirse de forma coordinada.
·
Reactivación
de la actividad económica de forma gradual.
·
Manejo
apropiado de concentraciones de personas.
·
Esfuerzos
para prevenir la expansión del virus, con campañas de sensibilización.
·
Seguimiento
continúo y estar preparados para el retorno a medidas de confinamiento más
estrictas si fuese necesario.
3.
Plan de recuperación global para el período
plurianual 2021-2027. El plan de acción incluye principalmente: i) impulsar un
mercado único plenamente en funcionamiento y revitalizado; ii) esfuerzo de
inversiones sin precedente; iii) actuación global y iv) sistema de gobernanza
que funcione.
Tal como puede detallarse, la Comunidad Europea
se plantea una serie de cambios profundos en su sistema. El COVID ha hecho que
los países entiendan que deben tomar decisiones fuertes y sensibles para poder
garantizar sostenibilidad. Han visto que no es suficiente llevar a cabo
discusiones estériles, sino que es fundamental poder llevar a práctica todas
las acciones tendientes a buscar la satisfacción de intereses colectivo.
Entender el problema de fondo es crucial. La
investigación y el desarrollo son claves, pero también es clave entender que
los países deben resolver sus problemas desde adentro. Los Estados no pueden
permitir que las empresas se manejen en esquemas comerciales que pongan en
riesgo la sostenibilidad en caso de futuras restricciones de movilidad. Si bien
es cierto que la globalización trajo consigo modelos de negocio interesantes y
lucrativos, es imposible visualizar un mundo en que los continentes dependan
entre sí de forma tan dramática.
Ensamblar un mundo con dinámicas más directas
solo será posible con la aplicación de no solo de normas sanitarias.
Regulaciones en materia tributaria, laboral y comercial serán fundamentales
para que las empresas de cada país busquen la eficiencia puertas adentro,
minimizando con ello los riesgos de movilización.
De igual forma, incentivos claros en materia de
tecnología de la información, robótica, inteligencia artificial, entre otras,
será el camino claro para con ello mitigar riesgos asociados a la falta parcial
o total de producción.
En materia de fuentes de energía, el mundo
también tendrá que trabajar es buscar medios para autoabastecerse. Ya los
países productores de petróleo eran un riesgo por la presencia de gobiernos con
poca o nula credibilidad. Ahora se suma el hecho de que las distancias obligan
a que sea impensable depender de decisiones gubernamentales de jurisdicción con
serios problemas internos.
Por lo pronto, países altamente mediáticos, como
el caso de España e Italia, han sufrido las consecuencias de costumbres menos
estratégicas que el resto de sus vecinos; no obstante, países como Alemania,
Suecia, Suiza, Dinamarca, entre otros; pueden ser ejemplo de cómo lidiar con la
producción y la debida atención a un ciclo pandémico sin precedentes en la
civilización moderna.
Desde el punto de vista de la Administración
Pública, indudablemente los Estados no pueden reclamar cambios sociales, sin
cambiar internamente. De ahora en adelante se verán cada vez más mejoras desde
el punto de vista de la actuación de los entes gubernamentales, quienes tendrán
que incorporar cada vez más elementos asociados al paradigma de la buena
administración, y con ello garantizar certidumbre a sus ciudadanos.
Sin duda alguna, el mundo está presenciando
cambios profundos de forma y de fondo. EEUU y la Unión Europea harán el camino.
Solo resta que los países de Sudamérica dejen de lado sus conflictos políticos
internos y entiendan que lo primero es la satisfacción de necesidades públicas,
por encima de intereses personales y partidistas.
A modo de cierre, medir la efectividad de las
medidas sanitarias adoptadas por la Comunidad Europea es un trabajo en
progreso. Faltará mucho tiempo para que puedan visualizarse los efectos
positivos y negativos de una asignación que se está escribiendo en vivo y que
se está aprendiendo sobre la marcha, en la medida que se entiendan y anticipen
las potenciales áreas de mejora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario