Aguas arriba
Con la reciente ley habilitante, se reformaron y/o crearon una serie de normas con impactos diversos. Algunos de ellos ya los hemos comentado y están orientados a generar un ambiente de mayor control, mientras en simultáneo se trata de incrementar la recaudación, principalmente, vía sanciones. Obviamente, esto genera un análisis más profundo del impacto tributario que revierte el hacer negocios en la actualidad, lo que forzosamente se vuelve un punto de honor al momento de decidir asumir o no riesgos.
Por otro lado, también observamos una serie de normas que trataron de crear ciertas condiciones mínimas favorables, tendientes a incentivar el desarrollo de algunas áreas con un grado particular de preferencia, que incluso algunos pudiésemos considerar hasta discriminatoria; no obstante, de eso no desarrollaremos en lo particular por lo pronto.
Entre algunos aspectos, podemos mencionar los cambios en la Ley Orgánica de Ciencia, Tecnología e Innovación, donde el legislador trató de ser mas explícito con la terminología empleada para efectos de la definición de la base imponible, que a mi juicio pudo ser mejor, por lo que puede que aún hoy existan ciertos niveles de interpretación que sigan sin permitir que tengamos un sistema tributario sencillo, claro y eficiente.
Aguas en el medio
En cuanto al intento por mejorar las condiciones de negocio, vemos abrirse paso a la Ley de Inversiones Extranjeras, que ofrece una serie de "beneficios" que alrededor del mundo no requieren de una ley para su cumplimiento, dado que normalmente son parte de la dinámica de hacer negocios en un entorno profesional -sin obviar la existencia de inversiones golondrinas o la aplicación de algún treaty shopping que desvirtúe mi comentario- y ético, donde los actores sencillamente buscan maximizar beneficios en un mercado de libre competencia, donde la facilidad de movimiento de los capitales será un aliciente para emprender proyectos de mayor envergadura, en un ambiente seguro y dinámico.
No todo puede ser malo. Nacieron un par de zonas que tendrán ciertos beneficios fiscales -sugerencia que se ha hecho en innumerables oportunidades- y la aplicación de mayor beneficios para áreas tan interesantes como lo lo son la turística y la acuática, donde se pretende abrir la puerta a nuevas modalidades de negocio, donde el inversor sienta que surgirán algunas alternativas viables de iniciar proyectos rentables. Es imprescindible que las condiciones propicien la posibilidad de obtener beneficios, de lo contrario, las leyes sólo servirá para reposar en un papel y para ser sujetas a estudio desde el punto de vista académico.
Aguas abajo
Es fundamental que el empresariado haga un barrido de las normas que entraron en vigencia, dado que con ellas en algunos casos se pudiesen estar creando oportunidades de negocio interesantes para reinventarse ante escenarios en los cuales parece muy duro sobrevivir. Siempre se ha hablado de que la diversificación es fundamental, y que mejor hacerlo si con ello vienen beneficios fiscales para aprovechar.
No puede verse de forma perversa la rentabilidad de un negocio. Si este es próspero, se generan empleos y bienestar para los colaboradores, mientras existe una posibilidad cierta de crecer y con ello requerir de mas personas, para llevar a cabo mas tareas que eliminen por completo la generación de empleos informales que no contribuyen con la carga del estado.
Por cada trabajador informal, hay una interesante cuantía de recursos que deja de percibir el estado por concepto de tributos, por lo que se debe propiciar un escenario en el cual sea más favorable ser empleado o empleador formal, que dedicarse a ocupar puestos en una fila que alimenta la especulación e inflación. De acuerdo a un estudio realizado por el IESA, por cada diez emprendimientos, solo uno sigue operando luego de tres años y medio; eso hay que revertirlo ofreciendo condiciones. Hasta la próxima entrega @wlagc http://
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