Una mejor gestión
Aguas arriba
Recientemente recibí una de las tantas cadenas que abundan
en grupos de redes sociales, la cual parafraseando decía entre muchas cosas, ciertas
políticas a anunciar por parte de las autoridades. Entre ellas se establecía que:
desmontarían el control cambiario; que vendría una reforma tributaria -haciendo
menos punitivo el Código Orgánico Tributario-; que se equipararían los sueldos
y salarios, con montos internacionales; que en función a ello los precios de
los productos no podrían costar más del 30% de su valor referencia en el
exterior; que la paridad del bolívar frente al dólar sería de uno a uno; que se
propiciarían verdaderas condiciones para exportar; se propiciaría la
posibilidad de obtener créditos bancarios; que dejarían de someter, hostigar y
humillar al empresario; que devolverían empresas expropiadas, y que las que
fuesen inicialmente del gobierno y no estuviesen productivas, se privatizarían
o convertirían en empresas mixtas con la dirección de privados; que se perseguiría
al corrupto y que tendríamos para el 2017 un gran acuerdo nacional.
Al leer esto, cualquier persona puede sentir varias cosas
prácticamente en simultáneo. La primera, que todo lo allí escrito es pura
falacia; la segunda, que es prácticamente imposible que ocurra y alguna otra
persona pudiese pensar o decir con un tono muy bajo “ojala y Dios quiera”. Lo
cierto es que al cabo de un par de minutos se puede concluir que dado que está
cerca el día de los inocentes, los graciosos habituales están por allí
practicando.
Aguas en el medio
Considerando que estamos en una situación que afecta
seriamente nuestra estabilidad emocional –no sé en cuanto, nunca he sido
atendido por especialistas de la materia-, al dormir soñé que había pasado un
cambio increíble en el país y que todo estaba mejorando de una forma increíble.
En el sueño, las cárceles venezolanos incrementaron su estatus al incorporar
como nuevos miembros a la nueva estirpe burguesa del país, habían llegado o
promovido internamente a profesionales comprometidos y altamente técnicos en
las empresas de Guayana y como por arte de magia, correos de empresas
extranjeras llegaban a nosotros, preguntando sobre inversiones en Venezuela.
Tamaño sueño este. No obstante a lo anterior, pasó algo que
no esperé. De manera increíble tuve una parálisis paradigmática profesional y
por un momento no sabía que responder ante preguntas básicas. Se me hacía
impensable en el sueño, decir que constituir una compañía se podría hacer en un
día, que los beneficios para instalarse eran increíbles, que no había ningún
tipo de regulación restrictiva en el control cambiario y que en línea generales
existía una seguridad jurídica era impecable. Lo increíble fue que dentro de mí
transe nocturno, con personas al frente, dudaba de dar semejantes respuestas,
por lo que sencillamente decidí callar, aun cuando el contexto del sueño era
que todo había cambiado diametralmente. Es decir, en mis sueños no podía
adaptarme a trabajar sin presión y locura.
Aguas abajo
Ahora bien luego de esta aventura nocturna, despierto y me
pregunto cómo abordaría mi trabajo si todo mejoraría, y honestamente se me hizo
difícil pensar que todo sería más sencillo, cuando hoy en día, ante cada
pregunta debemos decir tantas cosas, supuestos, experiencias e interpretaciones
que hace que sea una epopeya solamente responde asuntos que en cualquier otro
país serian extremadamente de rutina.
De forma increíble, una de las cosas que ha logrado este
sistema es hacer que todo sea sumamente difícil, cuando en el resto del mundo
son extremadamente fáciles. Así, una vez calmada la ansiedad, de ver que el
mundo seguía en el mismo caos y volver al sosiego de un día normal, veo con
estupor que el billete de bolívares cien debe salir en circulación en 72 horas
y que se hará una dispensa de 2% del impuesto al valor agregado a los sujetos
pasivos –por englobarlos en un término- que utilicen para pagar, instrumentos
electrónicas. Por supuesto, ante estos anuncios me hago miles de preguntas
sobre qué hacer con los billetes; donde depositarlos; el porqué de la medida;
qué harán con los billetes viejos; cuándo estarán en circulación –de verdad,
verdad- los nuevos; por qué no pudieron circular en simultaneo e irlos
descontinuando paulatinamente; qué tiene el billete de cien, que no tenga el de
cincuenta; por qué, supuestamente personas extrajeras quieren devolver el
billete, si se supone que le dan mejor uso afuera; cómo se va a hacer con la
dispensa del 2%; los bancos devolverán el monto; cómo sabrá el banco si fue alícuota
general o reducida; cómo se reflejará eso en las facturas de máquinas fiscales;
cómo se verá eso en la declaración; lo pondrán en una providencia, reglamento,
ley o en una servilleta escrita con tinta sangre; qué haré con los billetes de
100 que tengo lícitamente, y con ello debo agregar miles de etcéteras. Ante
todo este escenario, me di cuenta que será muy difícil acostumbrarse a tener
una vida normal y más bien prefiero explorar el bitcoin como medio de pago. Hasta la próxima entrega @wlagc http://actualidadfinancierayfiscal.blogspot.com/
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