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Opinión



domingo, 18 de junio de 2017

Maquiavelo y sus pupilos

Aguas arriba


Se decía que todo príncipe debía leer la obra de Maquiavelo, lo que tendría un profundo impacto en su futuro reinado, y con ello garantizar continuidad y “prosperidad” en su tiempo en el trono. Cuando traemos al presente muchas de las frases de este intelectual funcionario monárquico de un mundo muy lejano para nuestro hoy (nació en 1469 y murió en 1527), nos damos cuenta que muchos políticos en Suramérica aún siguen viviendo a la luz de sus ideas y principios.

Ciertamente, la obra de Maquiavelo hace que se le acredite el título de padre de la ciencia política moderna, por su invaluable aporte en entender el contexto que le tocó vivir (incluso poniendo en riesgo su integridad) y con ello sistematizar en parte las causas y consecuencias de las victorias y derrotas políticas de su época. Todo el impacto que causó no lo vio en vida, pero sin duda alguna marcó la historia de forma fulminante. Su obra El Príncipe terminó siendo un presente para Lorenzo II del Médici y para el mundo.

Visualizar como se concluye “que a los hombres conviene o atraerlos por la buenas o anularlos, porque de las ofensas leves se vengan, pero de las graves, no” hace concluir que la fortaleza que han puesto los gobiernos del Siglo XXI en atropellar a ciudadanos es pieza clave para manosear la dignidad de naciones  que terminan siendo humilladas por limitados grupos de personas con intereses muy particulares, entendiendo que al arruinarlas socaban sus creencias más profundas, con el objetivo de hacerlos olvidar que en algún momento de sus historia fueron prosperas.

Aguas en el medio

De acuerdo a Maquiavelo “hay tres maneras de mantener dominio de los Estados conquistados y que antes de la conquista vivían en libertad con leyes propias. La primera, arruinarlos; la segunda, ir a habitar personalmente en ellos; la tercera, dejarlos vivir con sus propias leyes, recabando tributos y creando en ellos un gobierno oligárquicos que te lo conserven amigo”. Sin duda alguna, pareciese que la primera opción es la que más adeptos ha conseguido, no renunciando al cobro de tributos como forma de usurpar los intereses económicos de la poca fuerza productiva existente.

Esto demuestra en cierta forma, que El Príncipe sacó a la luz la perversidad de los gobiernos, dejando dar una mirada clara a la visión autoritaria que mantienen los gobiernos para con ello poder sobrevivir, partiendo de que existe una eterna lucha entre los pueblos y los gobernantes, considerando que estos últimos deberán partir de la premisa de que los primeros trataran de cortar sus yugos en el primer momento que sea esto posible. Tratar que esto no ocurra es la primera enseñanza que dichos postulados plantean.

Aguas abajo

Hoy en día son contados los reinados existentes. Muchos de ellos ya no tiene la autoridad de otrora; el problema lo conseguimos con gobiernos aparentemente democráticos que se atreven a verse a sí mismo con imprescindibles, engendrados en la más rancia perversidad de los más desposeídos, quienes ven en salvadores la posibilidad de invertir las circunstancias y tomar una cuota de poder (por pequeña que aparente ser) que les haga sentir por primera vez incluidos en un sistema que por naturaleza los miró sobre los hombros.


El reto más importante se basa en sobrevivir a la calamidad que esto genera, evitar que los postulados más negros sobre la forma de maniatar a las masas se materialice por tiempo infinito y que en algún momento los pueblos entienda que fueron parte de un juego de ajedrez donde a victoria estaba cantada, porque sencillamente el jugador Estado ya sabía de antemano las piezas que jugarían los ciudadanos por desesperación o completa ignorancia. No existen precedentes escritos de que Maquiavelo haya dicho el fin justifica los medios; no obstante, su obsequio a los príncipes y reyes de su época era darles toda la enseñanza para que entendieran que la debilidad ante los hombres sería su propia ruina. Hasta la próxima entrega @wlagc http://actualidadfinancierayfiscal.blogspot.com/

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