Aguas arriba
Un día cualquiera, en una cocina de un país desarrollado o
en proceso de desarrollarse, comienza una rutina religiosa que comienza por
seleccionar cada desecho y colocarlo en un sitio en particular del botadero de
basura. Pobre del que advertida o inadvertidamente cometa el pecado de
confundir una cosa con otra, pudiendo ocasionar en los jefes de casa un paro
cardiaco fulminante por pura ira. Esta rutina se lleva a cabo comida por comida
y día a día sin descanso. Prácticamente se convierte en algo automático, siendo
casi como respirar. El visitante debe incorporarse en ese modus vivendi con
solo pisar el aeropuerto internacional y de inmediato acoge como propio el
hecho de tener que ser cuidadoso y reciclar.
Las reglas de reciclaje son muy sencillas y solo están
atadas a tener un poco de sentido común. Con esta simple rutina, se pueden
salvar importantes recursos naturales no renovables si se utilizan materiales
reciclados. Los recursos renovables, como los árboles, también pueden ser
salvados, sin contar que los productos reciclados disminuyen el consumo de
energía.
Aguas en el medio
Correr o caminar es por momentos una competencia de salto y
esquivo de obstáculos. Es preocupante ver como ciudades enteras, brillantes
paisajes, urbanismos planificados y lugares que deberían invitar a la
recreación se han vuelto un gran basurero ambulante. Es prácticamente imposible
no sentir un profundo estrés al ver aceras completas de punta a punta de bolsas
de basura de todo tamaño, regadas por todas partes, sin cumplimiento de ninguna
regulación en materia de salubridad y además recordar que los culpables
directos o indirectos de dicha situación somos todos los que hacemos vida en
cada ciudad.
Desde el que deja de pagar impuestos, pasando por el que
bota la basura sin control y terminando por el que hace incorrecto uso de los
recursos, somos responsables de que grandes ciudades se conviertan en grandes
chiqueros. Es lamentable tener que hacer comparaciones odiosas con otras
latitudes; sin embargo, en algunos casos ello sirve de reflexión para algunos
que quieren vivir un poco mejor, disfrutando de los espacios que la naturaleza
y la mano del hombre nos brinda.
Algunas estadísticas revelan que alrededor del 95% del
aluminio, 90% de hierro, 25% de vidrio, 1% de materia orgánica, 20% de papel y
cartón, y alrededor del 2% en plásticos son reciclados en nuestro país. No
obstante a ello, un bajo porcentaje se convierte en un producto terminado a
partir del reciclaje.
Aguas abajo
El reciclaje llevado como un negocio puede generar una
importantísima cantidad de fuentes de empleos directos e indirectos, generando
una cadena de valor poco vista en los países de este lado del mar, pero que
pudiesen convertirse en grandiosas oportunidades de negocio. Contar con
campañas de concientización eficientes, tener compañías serias y eficientes de
recolección y emprendedores con deseos de adquirir dichos desechos, a fin de
convertirlos en nuevos productos terminados de calidad, tiene un impacto
multiplicador semejante al del sector construcción.
Para ello se requiere de mucho ingenio y financiamiento con
el cual se puedan impulsar proyectos de interés social, autosustentables,
rentables y atractivos. Deténgase por un momento y piense la posibilidad de
recibir alguna remuneración –por poca que sea- por organizar la basura y vender
productos que puedan ser reciclados y que con ello, al menos pueda pagar una
parte de cualquier servicio público mensualmente.
No tenemos ni idea de cuantos desechos botamos diariamente
en nuestras casas y oficinas, que pudiesen formar parte de una nueva cadena de
valor y generar más ingresos, mientras ayudamos al mismo tiempo a la
conservación del ambiente. Probablemente las personas de mi generación no tengamos
una cultura de reciclaje inculcada desde los primeros niveles de educación; sin
embargo, tenemos una oportunidad con nuestros infantes y niños. Esperemos que
ellos si entiendan las oportunidades que brinda este tema. Hasta la próxima
entrega. @wlagc http://actualidadfinancierayfiscal.blogspot.com/
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