Aguas arriba
Hacer gestiones bancarias por lo general es una actividad
muy poco amigable. No es sencillo disponer de tiempo ilimitado para esperar
horas y horas para ser atendido por un mortal con pocos deseos de prestar un
servicio medianamente proactivo, con lo cual el cliente se pueda sentir algo
confiado al hablar de negocios, proyecciones y puntos de vista en cuanto a emprendimientos
en proceso o por iniciar.
Normalmente, este tipo de servicio está disponible solo para
grandes inversionistas, con capital ilimitado, los cuales reciben toda la
cantidad y calidad de atención que necesitan para poder visualizar
posibilidades de financiamiento y productos que se adapten a las necesidades de
cada quien, dependiendo de su tamaño y tipo de proyecto.
Lamentablemente, el de a pie no tiene mucha ayuda al
respecto, aun cuando sus proyectos y ambiciones puedan estar orientadas a la
creación de un emprendimiento con altas probabilidades éxito.
El iniciar un emprendimiento sin financiamiento es poco
factible y nada rentable. Se hace imprescindible tener dentro del proyecto de
trabajo, la posibilidad de conseguir dinero al menor costo posible. Parece
tarea complicada lograrlo con un banco local, partiendo de una atención
limitada y sin la comodidad de poder exponer ideas con alguien del nivel mínimo
requerido para ser un “ejecutivo de negocios”.
Aguas en el medio
Desde hace rato los bancos están en una lucha a muerte por
tratar de descongestionar sus agencias, tratando de hacer uso de la tecnología;
no obstante, algunos procesos requieren firmas y sellos autorizados, que hacen estéril
la intención y solo se traducen en una simple estrategia de ahorro, donde el
cuentahabiente o inversor tiene que usar recursos propios para imprimir
referencias, estados de cuenta, etc. Siendo así, el beneficio es cero para
unos y bastante para otros.
En otras latitudes, probablemente, el negocio bancario es
menos rentable y más riesgoso, pero ofrecen una atención de primera. Visitar
agencias y oficinas deja un agradable sabor de boca. El enfoque de asesoría se
siente y el manejo de productos y opciones es evidente.
En ese supuesto, ir al banco es una actividad que nos puede
llevar toda una mañana, pero solo por el gusto de ser atendido con amabilidad, mística
y un gran nivel de asesoría, adaptado a nuestras posibilidades. No importa que
llegue en una limosina o en transporte público, lo importante es que para ellos
soy un cliente que puede que hoy no sea materialmente importante, pero mañana
nadie sabe.
Aguas abajo
Si el emprendimiento se hace cuesta arriba. Si usted ve que
en la televisión el arte de la publicidad dice que ir al banco a pedir
financiamiento es pan comido, pero choca con la realidad que afronta todo aquel
que se encarga de consignar papeles y papeles y no consigue resultados, o que en
el peor –mejor- de los casos, consigna los documentos pero no existen productos
y condiciones que se adapten a sus necesidades, no se desanime dado que una condición
natural del emprendedor es su rescilencia antes las adversidades.
En algunos países han nacido nuevas formas de
financiamiento, donde el emprendedor muestra un modelo de negocios rentable e
invita a entes a colaborar con el capital de trabajo inicial para comenzar un
proyecto que en el futuro redundará en resultados para la colectividad.
Otros casos menos sofisticados consisten en conseguir
financiamiento poco costoso, cediendo un porcentaje limitado de capital, donde
el inversor garantiza intereses y a la vez la posibilidad de obtener dividendos
en caso de que el negocio que hoy es solo un proyecto, mañana sea un negocio en
marcha rentable.
Si usted cree que las paredes lo persiguen, no se preocupe.
Siempre saldrán destellos de sabiduría en medio de la adversidad, y dependerá
de cada uno de nosotros buscar esa chispa que nos haga conseguir la solución.
Sin duda alguna, el financiamiento es un problema complejo que debe afrontar el
que decide emplear y no ser empleado. Hasta una próxima entrega. @wlagc
http://actualidadfinancierayfiscal.blogspot.com/
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