Aguas arriba
El fin de un año y comienzo de otro, no quiere decir que por
arte de magia, o de alguna gracia divina, todo se borra y volvemos a comenzar
desde cero, como si fuese una suerte de proceso de “formateo” de disco duro,
donde toda la información recopilada durante un año se manda a la bandeja de
reciclaje o se respalda como backup,
comenzando el primero de enero con todo recargado y listo para iniciar con algo
nuevo.
Es poco factible que nuestras carencias, patrones, temores y
debilidades se modifiquen súbitamente luego de las doce uvas a plena media
noche de un particular día; sin embargo, por nuestra situación de seres
humanos, siempre necesitamos un punto de quiebre para darle algo de oxígeno a
nuestro cerebro y de esta forma nos configuramos para que todas las soluciones
lleguen “el próximo año”.
Siendo así, para “el próximo año” dejamos la alimentación
balanceada, algo de ejercicio, la búsqueda del ahorro, la preparación
profesional, etc., etc. Parece que de esta forma, nuestro cerebro se relaja un
poco y permite digerir de mejor forma, los cambios mayores o menores que
pensemos hacer en nuestras vidas.
Aguas en el medio
De todo esto nace lo que los anglos denominan como las “Resoluciones
del nuevo año”. En cada rincón del mundo
lo hacen –incluyéndonos-, lo único es que –muchos de- nosotros no las
catalogamos ni las ordenamos en formato de mapa mental, a fin de tratar en lo
posible su cumplimiento. A veces nuestras expectativas son demasiado altas y no
vale la pena siquiera tratar de ponderarlas.
Esto puede ir desde comprar un carro, hasta el hecho de correr
42 Km, por lo que de persona a persona variará de forma significativa.
Probablemente no todos deseen ser mejores personas, sino sencillamente anhelaran
otras cosas espirituales o materiales.
Normalmente, las resoluciones de año nuevo deberían estar
asociadas a hacer inversiones inteligentes, creación de fondos de retiro,
mantenimientos preventivos o correctivos
a activos que ya poseemos, ahorros destinado al estudio de nuestros
descendientes, identificación de nuevas oportunidades de negocio y el
desarrollo de nuestras habilidades en áreas que pudiésemos considerar como
lucrativas en el futuro; sin embargo, el entorno puede que nos dé un fuerte
golpe por aspiraciones de esta naturaleza en épocas de crisis, por lo que
nuestras resoluciones pudiesen ser mucho más sencillas. En todo caso, muchas de
estas cosas pueden lograrse con planes de largo plazo.
Aguas abajo
Recientemente veía
una imagen muy graciosa pero alarmantemente real, donde las resoluciones de un
año “0” se iban simplificando de año a año, llegando al punto en el cual
parecía que la meta era cumplir con menos de lo básico o mínimo requerido.
No hay que ser alarmista ni excesivamente optimista. Siempre
se debe ser razonable en las resoluciones y tratar de plantear escenarios
factibles que nos permitan avanzar de a poco. Probablemente la meta original
pudiese ser la de ahorrar para los estudios universitarios de nuestros hijos,
pero quizás sea más razonable tratar de negociar con la obtención de descuentos
por pronto pago en la institución donde actualmente se encuentran. Probablemente
la idea inicial es comprar un vehículo nuevo, mientras que algo más razonable sería comenzar
por un vehículo de segunda mano en buen estado que nos ayude a hacer un piso
que posteriormente se convierta en un trampolín para cosas mejores.
Lo importante siempre será dar el primer paso, dado a que
ese es el que siempre tememos dar. Si está en ese proceso de resoluciones y
quiere plantearse un mapa mental, trate de visualizar un contexto objetivo. Las
victorias que pueda conseguir en el año harán que se sienta más optimista y evitarán
que la frustración se apodere de usted cuando cierre este ciclo que estamos
comenzando. Hasta una próxima entrega @wlagc
http://actualidadfinancierayfiscal.blogspot.com/Foto: Barcelona-España
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