La idea de tributar se fundamenta en el hecho de que la humanidad no tiene una mejor idea de como obtener dinero de los particulares para financiar el gasto público, logrando cubrir así los bienes y servicios necesarios para todas las personas que habitan en cada jurisdicción. No pretendo considerarme un erudito al respecto y conseguir una mejor alternativa, dado que probablemente no exista algo más efectivo que ello.
En todo caso, la situación para cada estado es
particularmente complicada, sobre todo para los países en proceso de desarrollado
que tratan de levantar un poco la cabeza, dado que la tributación debe ser
suficiente como para evitar el endeudamiento público, pero al mismo tiempo tan
flexible que permita atraer personas que quieran invertir. Todo esto, sin dejar
de lado la burocracia y corrupción que siempre serán una piedra en el zapato
para cualquier gestión que quiera implantar cambios coherentes y
autosustentables.
Otro gran reto de los países en proceso de desarrollado es
que una importante cantidad de trabajadores se dedican a labores informales donde
la remuneración se da en efectivo, por lo que se hace poco práctico para las
administraciones tributarias crear mecanismos de recaudación efectiva, convirtiéndose
en un obstáculo para poder aplicar criterios justos en un ambiente en el cual
es muy complicado tener acceso a empresas legalmente constituidas y con intenciones
formales de al menos hacer el intento de cumplir con agobiantes obligaciones de
todo tenor. Siendo así, la tributación solo se circunscribe a un sector
minoritario, que para males peores es altamente presionado, atacado y en
algunos casos intimidado.
Aguas en el medio
Otro reto importante que tienen las administraciones
tributarias de países en proceso de desarrollado
es el poco entrenamiento que reciben sus funcionarios y los peores salarios que
detentan. Esto genera varias consecuencias, entre las que se pueden mencionar a
la deficiente forma de atender a los contribuyentes cuando desean hacer
consultas de todo tipo, lo poco técnico en muchas explicaciones donde
pareciesen regirse por procedimientos muy cerrados fundamentados en programas
incluso desfasados, lo que conlleva a problemas interpretativos y de aplicación
de la norma y en el caso de las desventajas salariales, la poca motivación a
hacer un trabajo de calidad y la constante cruzada que tienen desde el punto de
vista ético en su actuación profesional.
El hecho de que existan entes tributarios con una necesidad
desmedida de recaudar, con carencias profesionales y con bajas remuneraciones
tiene marcado el fracaso desde un punto de vista organizacional, que por
añadidura no tendrá herramientas estadísticas eficientes para poder medir los
pocos o muchos avances que vayan teniendo en el tiempo, que permitan crear
estrategias en el corto, mediano y largo plazo con el fin último de poder
aplicar las acciones necesarias para llegar a la tan anhelada justicia
tributaria que debe existir.
Aguas abajo
Parece muy extraño, pero en países en desarrollo pareciese
que es obvio que existe una distribución desigual de riquezas, donde pocos son
los grandes generadores de renta. Pareciese que en ese supuesto sonaría
coherente de que los estados impulsaran la aplicación de normas que tendiesen a
gravar más a esos grupos que son fácilmente identificables y que su
manifestación de riquezas es más que evidente.
Allí vemos como diversos países desarrollados se lucen
creando tributos a la renta y el patrimonio sobre dichos grupos, simplificando
el proceso tributario de determinación y recaudación; no obstante,
contradictoriamente en los países en proceso de desarrollo, los sectores
productivos están compuestos por entes y personas con influencias particulares
que evitan que los sistemas se tecnifiquen y busquen crear procedimientos
tributarios que permitan hacer un piso organizacional. Es algo así como
permitir que el sistema impositivo se desarrolle en primera instancia con el
apoyo de los grandes contribuyentes con un proyecto que en el mediano y largo
plazo permita crear instituciones robustas que luego estén en la capacidad de
democratizar la recaudación.
Este es un tema largo y complejo, por lo que agradezco
haberme topado con estudios del FMI que tratan de desarrollar el tema y dar
luces de los pasos que debemos dar de este lado del mundo, a fin de lograr
tener sistemas tributarios que determinen, recauden y fiscalicen partiendo de fundamentos
basados en valores y principios. Hasta una próxima entrega @wlagc
http://actualidadfinancierayfiscal.blogspot.com/
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