Simplificación
en quiebra
Aguas
arriba
Cuando
socialmente se da una quiebra moral, donde la población no visualiza con
claridad el bien y el mal y por ende se hace prácticamente imposible poder efectuar
procesos jurídicos de manera lineal, sin saltos en su ejecución y con
transparencia, pareciese que se está muy cerca de tocar fondo. Es el tipo de
situación, donde siempre la forma incorrecta de hacer las cosas, es la manera
normal de hacerlas, lo que vuelve que sistemáticamente todo luzca
desafortunadamente normal.
Este
elemento es altamente evaluado por inversionistas extranjeros, donde se trata
de medir la eficiencia de los procesos para el registro y mantenimiento de
entidades jurídicas, considerando que la tenencia o no de un documento o
inscripción puede ser determinante para ejecutar actividades neurálgicas para
los negocios a emprender. Para el caso local, la Ley de Simplificación de Trámites
Administrativos debería ser la garante de que los procesos se den de la forma
más expedita y eficiente posible, más cuando la tecnología nos acompaña de
forma permanente.
El
elemento de la simplificación es altamente valorado tanto en el sentido
jurídico, como en el sentido social, considerando que al invertir en un país se
interactúa con el Estado como un todo y con toda la población activa
laboralmente que será la encargada de llevar a cabo las tareas, por lo que a
mayor celeridad, mejores resultados en procesos que pudiesen no ser fundamentales
operativamente, pero si claves para llevar a cabo la labor.
Aguas
en el medio
De acuerdo al Artículo 4 de la Ley previamente mencionada “la simplificación de los
trámites administrativos tiene por finalidad racionalizar y optimizar las
tramitaciones que realizan las personas ante la Administración Pública, a los
fines de mejorar su eficacia, eficiencia, pertinencia, utilidad, para así
lograr una mayor celeridad y funcionalidad en las mismas, reducir los gastos
operativos, obtener ahorros presupuestarios, cubrir insuficiencias de carácter
fiscal y mejorar las relaciones de la Administración Pública con las personas.”
Como se desprende de allí, es todo un grito de necesidad que los particulares
lanzan al aire, direccionados a tener una razón sana con el Estado.
Esta
es una normativa que artículo a artículo es altamente valiosa para los que
interactuamos diariamente con entes públicos, dado que nos podría dar una
claridad y capacidad de reacción tal, que se alcanzaría disminuir
considerablemente los tiempos que invertimos en ir ante cualquiera de los
niveles de la Administración Tributaria, registros y notarías, así como
cualquier institución que de una u otra forma sea parte del Estado.
Las
Compañías deben invertir importantes recursos en poder constituir y mantener departamentos
enteros dedicados a actividades no operativas, que bajo condiciones normales
pudiesen prescindirse en gran medida. En lo tributario, un sistema es más sólido,
en la medida de que su afectación sea menor para los contribuyentes. Esto parte
del hecho de que los negocios deben dedicarse a su objeto y el Estado a sus
labores encomendadas democráticamente por los electores.
Aguas
abajo
En
función a esto, la quiebra moral a la que se hace referencia en el primer párrafo
pudiese ser advertida, dado que el foco más grande de corrupción se da cuando
existen múltiples trámites y burocracia. En la medida de que esto se vaya
sistematizando y simplificando, no hará falta que los particulares hagan uso de
gestores que compliquen los sistemas en beneficio propio y no generando valor.
No
es una locura pensar que colectivamente los particulares sueñan con procesos
largos y difíciles, dado que rápidamente vemos que se traducen en oportunidades
de negocio para el sector informal de la economía, que normalmente ve esto como
fuentes rápidas y rentables de obtener recursos, sin tener las complicaciones
de pagar impuestos y contar con registros y licencias especiales, que los
formales si deben gestionar. Sin duda alguna, esto se convierte en lo mejor de
todos los mundos, dado que producen dinero prácticamente en la clandestinidad.
Es
poco justo culpar a este eslabón en su totalidad, considerando que gran parte
de las condiciones las pone el dueño de
casa, que en este caso está un poco más arriba en la cadena y es el que tiene
la posibilidad clara de simplificar los procesos, mientras elimina la
burocracia y mueve a ese contingente de personas informales al lado correcto de
la Ley y con ello posibilita todo lo que se obtiene cuando se incentiva al emprendimiento
formal efectivo, productivo y de largo plazo. Es una tarea pendiente, pero la
normativa está allí. Hasta la próxima entrega @wlagc http://actualidadfinancierayfiscal.blogspot.com/
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