Sin
duda alguna, el contexto en el cual vive la comunidad económica venezolana es
bastante
particular, si comparamos la manera como se han desarrollado los eventos en al menos las últimas dos décadas con el desempeño de los vecinos del continente, producto del desarrollo y ejecución de un esquema en el cual el Estado tiene todas las intenciones y recursos para participar como protagonista en los mercados neurálgicos, e incluso intervenir de forma directa en los de menor escala, creando para alguna parte de la población venezolana, cierto nivel de inconformidad producto de la manera como se mueven los distintos indicadores financieros emitidos o no por fuentes oficiales, que demuestran un desempeño poco alentador.
particular, si comparamos la manera como se han desarrollado los eventos en al menos las últimas dos décadas con el desempeño de los vecinos del continente, producto del desarrollo y ejecución de un esquema en el cual el Estado tiene todas las intenciones y recursos para participar como protagonista en los mercados neurálgicos, e incluso intervenir de forma directa en los de menor escala, creando para alguna parte de la población venezolana, cierto nivel de inconformidad producto de la manera como se mueven los distintos indicadores financieros emitidos o no por fuentes oficiales, que demuestran un desempeño poco alentador.
Esquemas
poco competitivos y con altos niveles de riesgo generan dos reacciones
bastantes extremas; la primera de ellas es la de invertir en cantidades
interesantes, considerando que a mayor riesgo, mayor serán los rendimientos, lo
que sin duda alguna genera en el inversor una suerte de ansiedad financiera por
el hecho de encontrarse en terrenos que requieren de ejecuciones quirúrgicas y
una dosis particular de olfato para los negocios. Por otro lado, la siguiente
reacción razonable es la de sencillamente repelarse, retirar la inversión o
sencillamente irla redireccionando a otros mercados más seguros, a fin de poder
disminuir riesgos, incluso en detrimento de obtener altos niveles de
rentabilidad, lo que sin duda alguna afecta y revierte el proceso formativo
agresivo que es el que alimenta la resiliencia de todo empresario de carrera y
no de oportunidad.
Ante
esta situación, puede que el inversor local (y algún inversor extranjero muy
especializado) vean con preocupación el poder confiar en acciones u
obligaciones de empresas que se les haga muy difícil poder cumplir medianamente
con premisas financieras lógicas que pueden plantearse en el corto, mediano y
largo plazo, por lo que se hace más complejo presumir posibles escenarios
viables que permitan visualizar patrones de consumo y sobre todo niveles de
ganancia y rentabilidad en un lapso de tiempo finito, considerando el hecho de
que los inversores normalmente se mueven en un ambiente altamente especulativo,
dado que su razón de ser no es la de mantenerse con acciones o deudas hasta su
liquidación o vencimiento, si no estrictamente con fines especulativos.
Esta
situación y particulares niveles de inseguridad jurídica han logrado liquidar
parcialmente el interés de empresas por ser de capital público, por los niveles
de exposición y formalidad que requieren para hacerlo e inyectan de desánimo a
posibles inversores, dado que los rendimientos que ofrece ese mercado son
extremadamente marginales al ser comparados con la inflación anual observada en
al menos el último quinquenio de vida republicana, lo que sin duda alguna crea
un coctel difícil de revertir, considerando que prácticamente cualquier
actividad es muchísimo más rentable que el mercado de capitales abiertos. En
muchos países del mundo, ante bajas tasas de interés y el deseo en participar
en entidades con perspectivas de crecimiento, el comprar acciones o adquirir
obligaciones se convierte en el ABC de cualquier persona o entidad jurídica con
ciertos niveles de excedente y disposición.
Desde
hace cierto tiempo, el Estado venezolano ha tenido como objetivo el poder
garantizar que las entidades que hacen vida en el país disminuyan sus niveles
de ganancia, con el objetivo de presionar a la disminución de los precios de
venta y evidentemente la inflación que ha venido golpeando al país suramericano
con las reservas probadas internacionales de hidrocarburos más importantes del
mundo. Normalmente, para poder disminuir los precios de los productos, se trata
de ser más efectivo en el sistema de costos y procurar tener análisis
tendientes a la eficiencia. De igual forma, el incentivo a la producción en
masa hace que ciertos costos se vayan diluyendo, generando un efecto
interesante en el costo unitario, lo que hace que los productores puedan
manejar ganancias interesantes por volumen. De igual forma, en muchas jurisdicciones
se trata de garantizar que existan múltiples actores de calidad, que cree una
presión entre ellos mismos que tienden a que el consumidor demande productos de
buena calidad y al mejor precio posible, fundando una dinámica que hace que la
competencia entre productores los presione a convertirse en eficientes,
productivos, al menor costo y con una oferta de valor clara que tienda a crear
diferencias competitivas visibles.
De
igual forma, en muchas latitudes, el precio de venta de bienes de interés
nacional, son probablemente regulados de una forma discreta, privada y casi
concertada de forma armónica entre el Estado y los productores, considerando
que siempre habrán situaciones en las cuales la oferta y la demanda no podrán regularse
solas, necesitando un Estado eficiente y muy estadista para ejecutar ciertos
niveles de control que no creen zozobra y temor en el resto del mercado, pero
que en simultaneo logren el objetivo final de proteger a cierto estrato social
que tiene derecho al consumo de productos básicos y fundamentales a precios
razonablemente accesibles. Dichos controles pueden unirse a la invitación a
nuevos productores, el aumento de la capacidad instalada de los actuales y en
general a propiciar condiciones para que las medidas de control sean
temporales, teniendo una fecha de caducidad precisa.
Si
la estrategia no es esa, puede que las consecuencias sean la desaparición
sistemática de los muchos o pocos que estén activos, dado que se manejan en
mercados donde prácticamente se crea un carácter social en su actividad, lo que
sin duda alguna perjudica el patrimonio de cualquier inversor que colocar
recursos sobre la mesa y propone propuestas de valor que tienen como fin
generar renta para sus accionistas y relacionados. En caso de que esa parte de
la ecuación no se cumpla, forzosamente se debe incursionar en nuevos mercados o
incluso retirarse de todos y manejarse en negocios en los cuales la
desmaterialización sea el principal objetivo, lo que impacta directamente en el
empleo, en la recaudación tributaria y en general en la prosperidad.
Un
sistema de precios justos que presione a los pocos que actúan a vender sus
productos a precios regulados, mientras en simultaneo asumen riesgos muy altos,
puede que genere distorsiones sistemáticas, mientras en paralelo ahuyenta a
otros a invertir, aun cuando a mucha distancia se puede ver que existen
oportunidades infinitas, considerando que el mercado podría estar ansiosamente
esperando por particulares dispuestos a producir en serie sin importar los precios
de venta, dado que no hay bien más costoso que el escaso. Para ello, la
estrategia debe ser muy clara, a fin de garantizar condiciones básicas que
tiendan a incentivar, facilitar e invitar a personas capaces y sociedades
comerciales dispuestas a invertir recursos, en el entendido de que obtendrán
beneficios.
Ahora
bien, con todos estos antecedentes, está claro de que una política de Estado
como actor principal de la economía, alta inflación (producto del golpetear
indiscriminado), controles de precios, presión tributaria, inseguridad
jurídica, serios problemas en cuanto a la realización de trámites públicos (con
todo y el hecho de contar con normas que buscan evitarlo) y en general todo un
ambiente hostil para hacer negocios, genera que los particulares en el ruedo
tengan que hacer un esfuerzo gigantesco para persistir sin desfallecer, que los
emprendedores con proyectos viables no consigan recursos frescos y por ende
muchas ideas queden en el tintero y que desde hace un tiempo importante el
mercado de bolsas de valores haya llegado a una quiebra técnica evidente por
falta de apetito de todas las partes que deberían sentirse atraídas a
intervenir o recibir dinero orgánico de manera afanosa.
Toda
esta vorágine ha llevado al país a dar un paso atrás, llevándolo a un aparente
limbo en la que se observa con mucha nostalgia los tiempos en los cuales se
podían mover recursos de forma dinámica, logrando hacer inversiones con mucha
confianza y creando altos niveles de adrenalina para los interesados en obtener
beneficios. En un ambiente así, cada día en los negocios se convierte en una
especie de competencia de creatividad, con el fin de ser rentables de forma
consistente, a través de modelos sofisticados de inversión, garantizando que
prosperidad, abarcando todas las fases de las distintas áreas productivas
explotables.
Ahora
bien, cualquier negocio en marcha necesita conocer sus valor a fin de poder ver
su situación actual y que tan apetitivos pudiesen mostrarse ante el mercado en
caso de querer hacerse públicas, recibir financiamiento bancario e incluso
pensando en la posibilidad de fusiones o adquisiciones totales o parciales.
Mediante ciertas técnicas aplicables, los financistas logran determinar el
valor de acciones e intangibles de la manera más precisa posible y así poder
mostrar una cara cuantitativa certera para el mercado. Una vez determinado
dicho precio, y evaluados las exposiciones laborales, fiscales y ambientales
(mediante la aplicación de due dilligence)
se logra obtener un precio base de acciones para de allí comenzar procesos de
negociación en pleno.
De
acuerdo algunos estudios llevados a cabo en la Universidad Complutense de
Madrid, de entre los métodos de valoración existentes, el binomial es
relativamente sencillo y bastante intuitivo, lo que garantiza que la calidad de
los resultados sea realista para efectos de los directivos y empresarios.
Obviamente hay métodos más precisos y sofisticados; sin embargo, tienden a
convertirse en sistemas muy complejos para el entendimiento de los ejecutivos. Esto hace que sea en
ocasiones difícil poder explicar los resultados de forma razonablemente
entendible para las personas o entidades que pueden intervenir en un proceso de
negociación. De acuerdo a Cox, J., Ross S., y Rubinstein, M. (1979): “Options
pricing: a simplified approach”. Journal of Financial Economics. N°7. Pags.
229-263, este método de valoración realiza cálculos en tiempo discreto, con la
vista puesta en la valoración de opciones sobre acciones pero que, sin embargo,
es perfecto para valorar opciones reales.
Cuando
las condiciones económicas de un país son predecibles, en cierta forma es
sencillo valorar el precio de acciones de negocios en marcha, permitiendo crear
una banda lógica para un lapso de tiempo razonable. Este tipo de herramientas
permite a las Compañías generar confianza en los mercados y de una u otra
forma, conocer si el camino tomado es el correcto para poder seguir generando
beneficios en favor de los accionistas. Los trabajadores también ven este tipo
de cálculos como alentadores, dado que demuestran la solidez de sus puestos de
trabajo. Estos cálculos normalmente tienen un carácter confidencial; sin
embargo, también puede ser parte de informes ejecutivos de gestión empresarial,
lo que busca demostrar la calidad de las personas que toman decisiones
importantes dentro de la organización.
En
la práctica, el modelo de valoración binomial se puede aplicar a partir de los
pasos que de seguido detallaremos, los cuales de forma sistemática y con
ciertas premisas medianamente claras, permitirá determinar un cálculo confiable
para los usuarios. A efectos pedagógicos, suprimiremos las fórmulas, haciendo
mayor énfasis en las posibles limitaciones con las cuales pudiésemos conseguir
en nuestro entorno actual, el cual de forma introductoria ha sido descrito en
el presente ensayo.
1.
Estimar variables básicas del modelo.
a. Debe ser determinar el valor del activo
real subyacente, para el cual se requiere del valor actual de los flujos de
caja que el proyecto promete generar en el futuro, descontados a una tasa
ajustada a su riesgo sistemático. Esto representa un importante obstáculo,
considerando lo complejo que puede ser determinar el flujo de dinero del que
deberá desprenderse la entidad, producto del fuerte impacto que genera la
inflación.
b.
Valor de precio de ejercicio, el cual
está asociado al costo del proyecto de inversión.
c.
El tiempo del que se dispone para
ejercer la opción.
d. La volatilidad, la cual viene medida por
la desviación típica de los rendimientos del activo real subyacente (otro
obstáculo y punto clave para la evaluación).
e.
Tipo de interés sin riesgo para el
período.
f.
Dividendos estimados a lo largo de la
vida de la opción.
2. Diseño del árbol binomial, lo que genera
el valor de los coeficientes de ascenso y descenso con objeto de ver la
evolución futura del valor del activo subyacente a través de un árbol binomial.
3. Obtención del valor de la opción, el
cual consiste en calcular el valor intrínseco de la opción, para luego calcular
el valor de las probabilidades neutrales al riesgo.
El
método binomial puede aplicarse para un período, para dos períodos y para
varios períodos, lo que brinda una perspectiva eficiente de gestión (a través
del rendimiento) y de mercadeo para el caso en el cual se esté a las puertas de
fusiones y adquisiciones o incluso liquidación por parte de los accionistas de
forma parcial o total. Aplicar este tipo de modelos brinda confianza y
sencillez a la difícil tarea de medir el tamaño de una Compañía en el tiempo,
proporcionando un rango de acción para la toma de decisiones en tiempo real, lo
que sin duda alguna presenta cierto tipo de punto de equilibrio para el nuevo
inversionista o para para el accionista que desea incursionar de forma más
agresiva o en el mercado, o sencillamente enfocar sus esfuerzos a otros
sectores más rentables y seguros.
En
un ejemplo muy sencillo, podemos mencionar a una entidad que el valor de las
acciones actualmente es de Bs100.000 y que mediante el método de valoración
binomial se determina que al cabo de un año, el precio rondará entre los
Bs80.000 y Bs120.000, lo cual luce lógico en un ambiente con baja inflación y
altos niveles de seguridad jurídica; no obstante, si el mercado es altamente
volátil y el sector en particular puede ser apetecible para expropiaciones o
profunda participación e intervención por parte del Estado, puede que el precio
de las acciones tienda a cero, sin importar el hecho de que cuenten con un know how de alto nivel o incluso de una
plusvalía teóricamente de peso, producto del esfuerzo de accionistas y
colaboradores.
Siendo
así, los métodos de valoración pueden tener mucho valor para grupos
empresariales extranjeros que quieren conocer el valor de sus activos en
Venezuela, pudiendo con ello decidir si es momento de liquidar dichas
inversiones, o si deben aplicar medidas como el down sizing para disminuir sus riesgos. De igual forma, con estas
metodologías, algunas transnacionales han decidido desconsolidar la información
financiera local a efectos corporativos, no castigando el grupo por las
desviaciones que se dan en nuestro país, producto principalmente del control
cambiario, que impide la repatriación de dividendos y en cierta medida la
compra de bienes y servicios para efectos de la explotación de actividades
comerciales.
Para
un grupo empresarial extranjero, poder medir con fiabilidad que la inversión
generará rendimientos en un tiempo razonable es tarea primordial. El precio de
la acción y sus variaciones dan un indicativo claro de si la tan ansiada
rentabilidad se dará y por supuesto vislumbrará el tiempo en el cual dichos
recursos serán retribuidos en cabeza de los accionistas para con ello poder
emprender nuevos negocios en la misma rama, en áreas complementarias o en otros
segmentos de interés. Desde hace mucho tiempo, las corporaciones monitorean sus
activos y se plantean esquemas sofisticados para con ello ir adaptando
negocios, o buscando alianzas estratégicas que permitan avanzar.
Existen
diversos métodos de valoración, por lo que para efectos didácticos es
conveniente reflejarlos gráficamente a través del cuadro N° 1, la cual muestra
un enfoque bastante interesante de las distintas formas de conocer los negocios
en los cuales cumplimos el rol de líderes o de asesores. Evidentemente, cada
uno de ellos tendrá mayor o menor complejidad para los usuarios; sin embargo,
el olfato y la experiencia del analista serán clave para poder ponderar
elementos que no se ven en los números, pero que forman parte del trabajo.
Muchos estudiosos concluyen que es un trabajo de sentido común, por lo que no
basta la titulación para poder comprender los mercados y sus efectos.
Cuadro 1
Entender qué se está haciendo (método), para
qué se está haciendo la valoración (para fusiones, adquisiciones, compra/venta
de acciones, consolidación de estados financieros, entre otras) y para quién se
está haciendo (para accionistas actuales, nuevos inversionistas, para los
mercados de capital), será la plantilla para con ello poder analizar,
interpretar y explicar la valoración de un negocio bajo cualquier método.
Lamentablemente, en el contexto en el que estamos, es poco visto y aplicable
este tipo de estudios.
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