Contenido
Introducción
Venezuela es un país con distorsiones en materia económica,
política y social. Desde el año 2016 ya los titulares de los principales
informes económicos decían que “La economía de Venezuela se encuentra en una
crisis profunda”[1]. Dichos
problemas redundan en la disminución
sistemática del aparato productivo, lo que ha devenido en la imperiosa
necesidad de suplir la producción local por importaciones de bienes de consumo
interno de forma masiva. Todo esto ha generado descalabros en el Producto
Interno Bruto (PIB), escenarios altamente inflacionarios y variaciones del tipo
cambio, por solo citar algunos. Simultaneo a esto, el sistema tributario ha
sufrido modificaciones con objetivos meramente recaudatorios, desmeritando
plenamente la utilización de técnicas legislativas acordes con los tiempos
actuales en un mundo cada vez más globalizado y competitivo. Atrás quedaron los
esfuerzos dados en 1999, con la implementación de una importante reforma
tributaria, donde fueron incluidos elementos tales como precios de
transferencia, renta mundial y procedimientos informativos para regular las
jurisdicciones consideradas como de baja o nula imposición fiscal. Desafortunadamente,
muchos de estos temas han quedado sólo como enunciados en la norma (con poca o
nula aplicación), considerando que las entidades locales están prácticamente realizando
operaciones para mantenerse medianamente activas.
Con este escenario adverso, las empresas pudiesen requerir de
servicios tendientes a dar solución a problemas cotidianos, principalmente
asociados a la gestoría y al cumplimiento de deberes formales, considerando que
son necesarios en aras de mantenerse operativos con la menor cantidad de
riesgos tributarios. Ciertamente, la normativa venezolana es altamente
punitiva, en un ambiente donde existen serios problemas en el aparato de
justicia, lo que eleva los riesgos de incertidumbre. En interpretación en
contrario, servicios de mayor profundidad, pudiesen quedar desfasados,
considerando que las prioridades de gerentes y firmas de contadores son otras.
Esto deviene en un desfase técnico y académico que limita la investigación y
desarrollo en materia tributaria y coloca a los particulares en un limbo
profesional, lo que forzosamente puede dejar atrás la aplicación de mejores
prácticas empresariales.
Siendo así, es necesario plantearse como objetivo el indagar
sobre la situación que atraviesa la asesoría en Venezuela, al ser comparada con
la gestoría, la consultoría y la mentoría. Para ello, es necesario identificar
los conceptos asociados al tema, interpretar la percepción de profesionales vinculados
con la contaduría pública en el Estado Bolívar, mientras en simultáneo se analizan
los beneficios de la formación en mentoría, para con ello proveer real valor
agregado en favor de los clientes, y como un aporte tangible para los
profesionales es fase de preparación. Principalmente, la investigación se llevó
a cabo con revisión documental asociada al tema y con la recolección de data a
través de encuesta realizada a la base de datos de profesionales independientes
acumulada por García Gómez Services & Asociados, S.C.
Definición de asesoría, gestoría y consultoría
De acuerdo con Aguilló (2016)[2],
citando a Amado Guirado (2007), “Una
asesoría es una empresa de servicios que utiliza como <<materia
prima>> información y documentos aportados por los clientes y produce,
como resultado final de su actividad, información y documentos con valor
añadido”. Para poder alcanzar el nivel
óptimo en el procesamiento de información de entrada (normativas,
jurisprudencias, doctrinas y experiencias), en productos de calidad con valor
añadido, se requiere de conocimientos especializados y sustentados en la
capacidad, experiencia y entrenamiento de los profesionales involucrados en la
tarea.
En torno a esto, y dado la complejidad asociada al término de
“asesoría”, es fundamental diferenciarlo de lo que se consideran servicios de
gestión y de consultoría, quienes no son excluyentes, más si complementarios en
muchos casos.
Siguiendo con Aguilló (Ob. Cit.), los gestores “se dedican de
modo habitual y con tal carácter de profesionalidad y percepción de honorarios
a promover, solicitar y realizar toda clase de trámites que no requieran la
aplicación de la técnica jurídica reservada a la abogacía, relativos a aquellos
asuntos que en interés de personas naturales o jurídicas, y a solicitud de
ellas, se sigan ante cualquier órgano de la Administración Pública, informando
a sus clientes del estado y vicisitudes del procedimiento por el que se
desarrollan”.
Hasta este punto, el asesor aconseja y el gestor realiza
trámites a petición del cliente, produciendo una complementación que
indudablemente se cohesiona en torno a resolver situaciones que pasan de lo
teórico a la aplicación formal. Evidentemente, la línea constantemente es muy
delgada (sobre todo en la gestoría), considerando que en ciertas
circunstancias, el gestor puede ofrecer soluciones consejos que redunden en la
consecución de resultados positivos.
Luego de esto, se encuentra la definición de consultoría. En
este caso, Quijano (2006), citado por Aguilló (Ob. Cit.), considera que: “es un
tipo de relación de ayuda establecida entre diferentes actores –el consultor y
la organización- basada por un lado sobre los conocimientos, las habilidades y
las acciones del consultor, y por otro sobre el conocimiento, la colaboración y
la necesidad de la empresa-cliente”. Al detallar el concepto, se puede concluir
que existe una relación de constructivismo entre las partes, donde ambas
posiciones tienen información que proporcionar en aras de dar solución a un
problema. Aun cuando la línea con el asesor es bastante corta, ciertamente
existe en este caso una relación simbiótica en un espacio común previamente
concertado.
En ese mismo orden de ideas, Arzola (2010)[3],
considera que “Los servicios profesionales de consultoría son intervenciones
específicas realizadas por un profesional, experto, que realiza acciones de mejoras,
soluciona problemas y genera nuevas formas de hacer las cosas en las empresas que
los contratan”. Evidentemente, el disparador es la problemática planteada y el
entregable es una solución tangible y de calidad requerida.
En este caso, los elementos que distorsionan tener un
escenario ideal puede que no estén claros para los directivos, así como es
posible que sencillamente no estén funcionando correctivos previamente
identificados para cambiar la situación actual. Lo importante es que el receptor
de la consultoría está en pleno conocimiento de las deficiencias y concluye que
la intervención de un tercero independiente, y capacitado permitirá crear el constructo que coadyuvará
en el cambio de estado. El consultor interfiere en la situación, la investiga,
estudia, discute y resuelve de manera mancomunada. Su trabajo no consiste en
convertir un conocimiento disperso en un producto utilizable. Su trabajo lo
lleva a un nivel de profundidad distinto. Tal como lo detalla Martínez-Almela
(1993), citado por Aguilló (Ob. Cit.), “el servicio de consultoría debe ser
entendido como el propósito estratégico de una firme voluntad por incorporar a
las empresas, sistemas y conocimientos especializados que favorezcan el nivel
de formación de los empresarios, directivos y de toda la estructura de recursos
humanos, con el fin de optimizar la organización y la gestión interna, que
permita a las empresas adoptar las estrategias más adecuadas y afrontar las
nuevas realidades del entorno que les rodea”.
Es interesante el hecho de que para Arzola, en el caso
venezolano, (Ob. Cit.) “Los factores de fracaso de los servicios prestados por
los Consultores Independientes de Ciudad Guayana son: Crisis Económica, Cultura
Empresarial, Existencia de Pseudoconsultores, Aversión al Riesgo, Falta de Ética,
Contratación de Consultores de Otras Localidades”. Llama poderosamente la
atención el hecho de que los consultores ven el fracaso de la consultoría desde
puntos de vistas distintos, donde pareciese que los solicitantes no terminan de
estar conscientes de la importancia del rol del consultor. Dichos factores
pudiesen ser análogos para los asesores, más no para los gestores, quienes se
ven beneficiados en ambientes altamente adversos y distorsionados.
Mentoría como mecanismo para agregar valor
De acuerdo con Rodríguez (2012)[4],
la mentoría “es una práctica mediante la cual una persona facilita el
desarrollo de otra a través del intercambio de sus propios recursos,
conocimientos, valores, habilidades, perspectivas, actitudes y
competencias”. El receptor logra
desarrollar nuevas perspectivas, atendiendo a sus metas individuales u
organizacionales; éste inicia haciéndose preguntas, que se irán respondiendo en
la medida que sienta que la relación profesional está generando resultados
tangibles. En el Cuadro 1 se
identifican las razones que incentivan la decisión de interactuar en dicha
relación profesional.
Mentor
|
Mentorizado
|
|
Razones para el Mentor/Mentorizado
|
• Compartir
su conocimiento con otros empresarios o profesionales con menos experiencia.
• Demostrar
su capacidad de liderazgo.
• Ampliar
su red de contactos.
• Invertir
en el futuro de la sociedad.
• Obtener
una perspectiva nueva de otras empresas o del sector.
• Mejorar
la experiencia en sus áreas de especialización.
• Consolidar
su papel como experto en la materia.
|
• Aprender
a gestionar una empresa de reciente creación.
• Mejorar
áreas particulares de su carrera o de su negocio.
• Explorar
sus posibilidades en áreas de desarrollo aún sin explotar.
• Hacer
valiosos contactos dentro del mercado.
• Aumentar
las oportunidades de crecimiento empresarial y profesional.
• Mejorar
sus conocimientos en áreas concretas.
|
Cuadro 1: Razones para interactuar en la
mentoría. Fuente: Rodríguez (2012) - España, 2012.
Con dichos elementos, la mentoría irrumpe como un servicio
que eleva la eficiencia de las empresas, dejando en segundo término la
ejecución de tareas que no ofrecen valor agregado efectivo en accionistas y
directivos, dado que su espectro es limitado. Indudablemente, esta situación no
elimina la necesidad de las asesorías, consultorías y gestorías, pero si
permite abrir un nuevo paradigma en aras de construir organizaciones
fortalecidas desde adentro. El mentor debe tener el compromiso de formarse de
manera permanente, manteniendo un alto nivel de proactividad entorno a la
ejecución de nuevas formas de hacer, con una mirada práctica pero altamente
sistematizada. Siendo así, para ser mentor, se debe contar con basto
conocimiento de los temas asociados a su labor y un genuino interés en
profundizar la situación de sus clientes.
Indudablemente, la figura de la mentoría no es de data
reciente. La misma se remonta desde los más antiguos tiempos, siendo uno de los
precedentes más interesantes, los originados en la relación dada entre grandes
pensadores de la talla de Sócrates, Platón y Aristóteles, donde el hilo
conductual que los unía era la generación de conocimiento y la elevación del
mismo, desde perspectivas incluso antagónicas.
Rentabilidad y áreas de desempeño – Caso: España
Tal como se visualiza en el Cuadro 2, desde el año 2010 hasta el 2013, la rentabilidad de las
empresas de asesoría, consultoría y gestión en España se incrementó de forma
consistente, lo que demuestra el interés por parte de las empresas en recibir
consejo profesional, en búsqueda de mejorar sus prácticas empresariales, en el
entendido de que tal como lo señalan Guerras y Navas (2007), citado por Aguilló
(Ob. Cit.), “las aportaciones de la
moderna teoría financiera de la empresa defienden que el objetivo básico de la
empresa es la creación de valor para sus accionistas, a través del desarrollo
de un conjunto de actividades en las que los costes de funcionamiento sean
inferiores al precio que el mercado está dispuesto a pagar por sus productos
y/o servicios”.
Año
|
Rentabilidad %
|
2013
|
12,19%
|
2012
|
11,17%
|
2011
|
10,98%
|
2010
|
10,23%
|
2009
|
10,66
|
Cuadro 2: Rentabilidad de empresas de
asesoría, consultoría. Fuente: INE - España, 2016
Dentro de los servicios prestados, destacan en participación
los asociados a cumplimiento tributario, a los relacionados con teneduría de
libros y los de auditoria de estados financieros. Esto hace inferir que el
principal interés del empresariado se circunscribe a la asesoría en materia
fiscal, considerando el grado de exposición que pudiese generar a cualquier
tipo de negocio en marcha. La predisposición a recibir asistencia en materia
tributaria es una constante en prácticamente todas las jurisdicciones, habida
cuenta que las consecuencias en este orden, conllevan a derivaciones económicas
y de funcionamiento operativo.
Contexto venezolano
De acuerdo con David Lipton, miembro del Fondo Monetario
Internacional (FMI) “estamos viendo una tormenta perfecta sin precedentes de
crisis de nutrición y alimentos, hiperinflación extendida, pérdidas de capital
físico y humano y complejos problemas de deuda en Venezuela”[5]
. Sin duda alguna, dichos elementos son causantes de significativos
desequilibrios económicos, con efectos previsibles en la producción, la
recaudación tributaria, el empleo, la inflación y el tipo de cambio. El mismo
FMI estima que la inflación proyectada del 2019 será de aproximadamente
10.000.000%, con un contracción del 25% del PIB[6],
lo que coloca sobre la mesa un escenario bastante precario para el país. Tal
como se observa en el Gráfico 1, las
Reservas Internacionales se han visto severamente afectadas, lo que junto a un
polémico control cambiario han propiciado la destrucción del sistema venezolano,
convirtiéndolo en un instrumento de imposible aplicación práctica.
Éstas y otras situaciones han causado que sencillamente sea
inviable propiciar negocios con posibilidad razonable de mitigar riesgos de
forma eficiente, efectiva y sostenible en el tiempo, lo que indiscutiblemente
inhibe la intención de inversionistas de aportar recursos para el inicio de
proyectos de largo aliento dentro del país.
Gráfico 1. Histórico Reservas Internacionales en
Venezuela 2009-2018. Fuente: BCV
Para el caso venezolano, existe una importante opacidad en
información pública que permita identificar elementos análogos a los
presentados para el caso español; siendo así, determinar el crecimiento,
rentabilidad y demás elementos de importancia es improbable de forma confiable.
Dichas condiciones colocan a Venezuela como una jurisdicción en crisis,
convirtiéndose en un riesgo y en una oportunidad por igual.
Tal como lo identifica Rachadell (2011)[7]
en las X Jornadas Venezolanas de Derecho Tributario, Venezuela debe construir y mantener una
economía productiva en un Estado de derecho y justicia, donde exista un respeto
claro a la función legislativa, donde la autoridad administrativa lleve una
actividad libre de elementos que distorsionen su función y un claro respeto a
la función judicial. En cuanto a esto, es imposible pensar en reformas y formas
de trabajar, si no estamos claros del rumbo que tomará el país en el corto,
mediano y largo plazo, bajo un régimen político pluralista y respetuoso de los
derechos humanos. Todo debe pasar
primero por un cambio profundo de la manera como se viene haciendo la gestión
pública en el país.
Se entiende que el problema del sistema tributario abarca
elementos multifactoriales que conllevan a que los profesionales circunscriban
sus actividades a labores estrictamente de gestoría, alejándose cada vez más de
asesorías y consultorías. En líneas generales, la falta de gobernabilidad
genera un círculo de acciones desproporcionadas por parte de las autoridades
tributarias, dándose ejemplos tangibles con el Servicio Nacional Integrado de
Administración Aduanera y Tributaria (SENIAT) y las municipalidades. En el
primer caso, la autoridad nacional desvirtúa el anticipo de impuesto sobre la
renta, convirtiéndolo en otro tipo de tributo, y exige a su conveniencia el
pago del impuesto al valor agregado, con el único objetivo de protegerse de la
hiperinflación, no atendiendo las realidades del mercado, y su flujo natural de
operaciones. En el caso municipal, las
alcaldías incrementan alícuotas de forma desproporcional, pretenden cobrar
impuestos en moneda extranjera, incorporan sistemas análogos de recaudación
mensual y presionan de forma desmedida a los sujetos de derecho que hacen vida
en sus jurisdicciones. Lejos de favorecer, presionan a las entidades a buscar vías
que los desmaterialicen jurídica y tributariamente.
Todos estos elementos exceden la compresión técnica y echan
por tierra lo previsto en los principios tributarios e incluso en normas en
vigencia, como es el caso de la Constitución Nacional, Código Orgánico Tributario y Ley Orgánica del
Poder Público Municipal, considerando que a éste nivel, sencillamente todo lo
que está exigiendo carece de sustento legal. Siendo así, el asesor termina
siendo un espectador incapaz de brindar soluciones y por el contrario acaba
tratando de insertar triángulos en rectángulos.
Con todo este panorama, el asesor debe estar absolutamente
consiente de que el sistema tributario venezolano se ha convertido en una seria
traba para el emprendimiento, cohibiendo la generación de proyectos productivos
que generen beneficios para sus accionistas, productos y servicios para el
mercado, cobijo para los trabajadores y tributos para el Estado de forma
armónica y coherente con las mejores prácticas internacionales. Una de las
principales causas de esto se encuentra en la eliminación de facto de la
Asamblea Nacional, ente encargado de legislar el país, a través de diputados
debidamente electos, quienes por esencia son la representación de los todos
sectores del país, y que deben ir orientados a la generación de normas que
faciliten la convivencia interna. Desafortunadamente, decisiones neurálgicas
han sido tomadas desde el nivel Ejecutivo o, a un peor, por medio de la
Asamblea Nacional Constituyente, quienes evidentemente de forma advertida o
inadvertida han pervertido todo lo concerniente a la política fiscal de la nación,
con resultados más que evidentes.
A finales del 2018, “El presidente de la Confederación
Venezolana de Industriales, Conindustria, Juan Pablo Olalquiaga, dijo (…) que
en el último año han cerrado 700 empresas en el país (…)”, afirmando que solamente quedaban 2.500
activas[8].
Son números verdaderamente devastadores y que señalan que en la actualidad los
negocios en pie solo están tratando de sobrevivir, pudiendo no requerir
servicios sofisticados, sino más bien, asesorías, gestorías y/o consultorías
que les permitan mantenerse operativos. Sistemas políticos como el venezolano,
no buscan generar condiciones estables a las empresas, buscan mantener control
sobre los factores de producción y agentes económicos.
Contexto gerencial
En el entendido de la dificultad del contexto político,
social y económico venezolano, es fundamental entender el perfil del gerente
que hace vida en las organizaciones locales. De acuerdo a García (2017)[9],
la percepción del gerente venezolano, al ser comparado con sus pares en el
exterior, es baja al ser consultado sobre las expectativas de crecimiento de la
empresa que gerencia. La tendencia mundial es que los directivos corporativos
duran menos tiempo en el cargo, producto principalmente del deseo de nuevos
retos o por el cumplimiento de su misión dentro de las organizaciones. El caso
venezolano se ha visto marcado por el cierre de empresas y la diáspora
migratoria, por lo que no se percibe el deseo de tener una gestión longeva basada
en métricas y logros corporativos y/o personales. Siguiendo con García (Ob.
Cit.), éste concluye que:
El gerente local en las PYMES pudiese resistirse
constantemente a cambios internos, propiciados por variaciones en los modelos o
mejoras funcionales, lo que hace que automáticamente mire con desdén a los
impulsores de dichos eventos; mientras en paralelo tienden a ser altamente
individualistas, con un pensamiento claro de las tareas que deben llevar a cabo
en beneficio propio y no de sus grupos o incluso de la entidad, desconfiando
constantemente de la toma de decisiones, producto de lo cambiante del ambiente
y de los riesgos inherentes; siempre esperando a que otras unidades sean las
que definan y con ello librar ciertos niveles de responsabilidad, todo esto
fundamentado en el poco o nulo apego a la investigación científica tendiente a
adquirir conocimientos administrativos modernos, lo que lo coloca en desventaja
frente a sus pares corporativos. La sumatoria de todos estos comportamientos
produce una seria ausencia de liderazgo, lo que en cierta forma genera
condiciones para que termine siendo instaurando como política organizacional de
las entidades que funcional u operativamente lideran.
Este escenario demuestra que el profesional externo prestador
de servicios debe tener conciencia clara de que estará intercambiando
impresiones con personal que pudiese tener importantes niveles de desatención
al detalle, con poco foco a las tendencias mundiales en cuanto a las mejores
prácticas en la tarea gerencial, producto de una severa falta de motivación. Citando
otros estudios, para García (Ob. Cit.), el perfil del gerente venezolano (en
función a su entorno) puede presentarse de la siguiente forma:
·
Los
estudios culturales realizados en la población venezolana que fueron revisados
hablan de una baja orientación al logro, una elevada orientación al poder y
filiación, además de una marcada externalización de las responsabilidades (…)
·
Dentro
de este marco cultural es comprensible que al momento de personalizar la figura
de su líder en la organización, el trabajador evoque una figura protectora,
filiativa y transaccional que fomente la externalización de la responsabilidad
de los resultados a alcanzar.
·
(…)
desde la perspectiva organizacional, sí se puede afirmar que contar con equipos
en donde exista alineación estratégica entre las tareas operativas y la misión
y visión, así como empoderamiento de las responsabilidades subyacentes por
parte de cada uno de sus integrantes, favorece la eficiencia y competitividad,
así como un clima organizacional satisfactorio para el talento humano.
·
Dentro
del marco de crisis político-económica y social que atraviesa actualmente el
país, las organizaciones privadas que deseen, no sólo sobrevivir, sino generar
oportunidades de crecimiento que favorezcan el bienestar nacional (tanto
ofreciendo empleo digno como aportando bienes para la sociedad en general),
deben tener metas claras, firmes y trascendentes conocidas y compartidas por
cada uno de sus integrantes.
·
En
este contexto el rol del liderazgo juega un papel fundamental. A lo cual, es
necesario reflexionar sobre un modelo de liderazgo adecuado para la
organización privada venezolana contemporánea (…)
·
Tal
como se mencionó con anterioridad, para promover una idea acerca del modelo de
liderazgo necesario en nuestro país, consideramos que se debe comenzar por
tomar en cuenta nuestra realidad cultural. Creemos que el liderazgo responsable
puede ser adaptado y cumplir este fin. El liderazgo responsable que se propone
parte del principio de que las responsabilidades de la organización trascienden
sus resultados económicos, por lo que deben generar bienestar no sólo para la organización,
sino para todos los actores de interés vinculados a la misma. De allí que el
líder debe conectarse con estas metas trascendentes, de manera de tener una
lectura acertada de ellas. Ahora, no sólo debe conectarse él sino que debe
impulsar a sus seguidores a que se conecten de igual manera.
·
Una
de las características resaltantes de la cultura nacional es la motivación a la
filiación y al poder. Si el líder se plantea conectar a sus seguidores con la
responsabilidad subyacente puede apalancar su relación directa con sus
seguidores en el liderazgo inspiracional (…)
·
De
igual manera, las metas asociadas al liderazgo responsable deben ser tangibles
y no quedarse en ideas abstractas (…). De una manera básica, significa conectar
cada acción de trabajo diaria con la responsabilidad existente con la
organización, la familia de sus integrantes y la sociedad en general. (…) Se
trata de hacer un uso estratégico de los motivadores naturales para encauzar el
éxito organizacional. Este modelo puede contribuir a trascender la visión
dicotómica que existe en muchas organizaciones, en donde los objetivos de los
trabajadores y los de los accionistas o ejecutivos, se perciben como un juego
suma cero, en donde lo que uno gana el otro lo pierde
A modo de cierre
Sin pretender elevar la presente presentación a un nivel de
investigación científica, pero si buscando dar mayor sustento a la realidad venezolana,
a una muestra de profesionales de la contaduría pública y áreas asociadas del
Estado Bolívar, se les practicó encuesta con las siguientes interrogantes de
investigación:
1.
¿Usted
considera que el servicio de gestoría puede ser vendido a los clientes de forma
más sencilla que los servicios de asesoría, consultoría y mentoría?
2.
En
lo particular, considerando que 1 es el más alto y 4 el más bajo, ¿cuál
servicio es más solicitado por sus clientes: gestoría, asesoría, consultoría,
mentoría u otros?
3.
¿Usted
considera que para prestar servicios de asesoría y consultoría se requiere de
un marco legal y un sistema tributario más transparente?
4.
¿Usted
considera que el sistema tributario venezolano es transparente en la
actualidad?
5.
¿Usted
maneja una data de los principales servicios que ofrece a sus clientes, siendo
1 el más alto y 4 el más bajo: impuestos, auditoría, teneduría de libros u
otros?
Ante dichas preguntas, el ochenta por ciento (80%) de los
encuestados consideraron que la gestoría es el servicio más demandado por sus clientes;
no obstante a ello, solo el cuarenta por ciento (40%) de éstos lo considera
como su servicio principal. Al respecto, aun cuando la pregunta era cerrada,
algunos justificaron como nota marginal que su negocio principal no podría ser
la gestoría, dado que ellos están interesados en agregar valor. Al interpretar
las respuestas, podemos considerar que existen profesionales que han disminuido
sus operaciones (dado que no se consideran gestores), o que han logrado
solidificarse con servicios de mayor impacto, incluso con la contradicción de
que sus clientes requieren más gestoría.
Cuando se les consultó sobre la necesidad de tener un marco
tributario transparente para prestar servicios distintos a la consultoría, el cien
por ciento (100%) consideró afirmativa tal aseveración. En torno a ello,
consideraron que el sistema tributario venezolano no proveía de tal
transparencia necesaria. Siendo así, se puede inferir que tal como está
planteado el país, es más factible prestar servicios de gestoría.
Por último, un ochenta por ciento (80%) consideró que los servicios
de impuesto son los más requeridos (en sus distintas modalidades), lo que
demuestra la preocupación que existe en el empresariado, ante las amenazas por
el eventual incumplimiento de la normativa legal.
Considerando éstos primeros resultados, se pudiese concluir
que las compañías requieren principalmente servicios de gestoría, dado que la
oferta de servicios independientes y el sistema tributario venezolano la
condicionan a ello.
Considerando éstas aproximaciones, los profesionales
independientes deben lidiar con los siguientes retos inherentes a su labor y
tareas pendientes:
·
Es
necesario que los profesionales entiendan que la formación profesional no se
circunscribe solo al conocimiento de procedimientos. Es importante que
reconozcan la preparación científica de las áreas a desarrollar en favor de sus
clientes.
·
La
situación económica, política y social del país da la necesidad de tener un
alto entendimiento del entorno donde se desarrollan los negocios de sus clientes,
dado que de ello depende la generación de ideas aplicables, eficientes y
efectivas.
·
Ante
cada problemática planteada, los profesionales deben entender y valorar los
posibles escenarios de cada situación requerida
por sus clientes.
·
El
conocimiento en el área empresarial se basa en una significativa transversalidad.
Siendo así, es fundamental que se entiendan todos los elementos que deben ser
incorporados en favor de los clientes.
·
La
generación de valor debe ser la misión principal en proyectos de asesoría,
consultoría y mentoría. En función a ello, los profesionales independientes
deben estar conscientes de su labor e impacto.
·
La
prestación de servicios debe ir acompañada de una ardua Identificación de
riesgos. Esto permitirá el diseño de procedimientos que mitiguen los mismos
·
Los
servicios prestados deben atender al hecho de que las mismas tendrán consecuencias
futuras, por lo que debe mantenerse una visión prospectiva y holística de los
eventos.
·
La
ética es clave en la prestación de servicios de gestoría y asesoría.
Desafortunadamente, en ambos servicios existe una percepción de desestimar los
canales regulares o la invitación al incumplimiento sistemático del
ordenamiento jurídico.
Conclusiones
·
Venezuela
se encuentra sumergida en una profunda crisis económica, política y social.
·
En
el mundo, los servicios de asesoría, consultoría, mentoría y gestoría son cada
vez mejor valorados.
·
La
asesoría en Venezuela ha sido sustituida por la gestoría, considerando que es
el servicio más requerido por los clientes.
·
A
fin de poder elevar el nivel de asesorías y consultorías, es necesario
diferenciar las definiciones y adquirir las herramientas requeridas para tales
fines.
·
El
contexto nacional vuelve inviable el prestar servicios de asesoría y
consultoría.
·
El
contexto internacional apunta a que el servicio de mentoría genera mayores
niveles de satisfacción y valor agregado. No obstante a ello, el compromiso
técnico del mentor es aún más alto que el del asesor-consultor-gestor.
·
De
igual forma, en el contexto internacional, los servicios de impuestos son
altamente valorados, al ser comparados con otras prácticas profesionales.
·
Estudios
apuntan a que el gerente venezolano tiene serias deficiencias. Esta situación
puede imposibilitar la fluidez en la prestación de los servicios aquí
señalados.
Recomendaciones
·
Revertir
la preferencia de la gestoría requerirá del esfuerzo individual de las firmas
de contadores o empresas de servicio análogas. Todo esto debe ir atado a un
cambio profundo en el sistema tributario.
·
Indudablemente,
los servicios con mayor agregado son los que tienen mayor rendimiento, por lo
que es importante el desarrollo de prácticas más tecnificadas.
·
Las
firmas de contadores deben defender el hecho de que las empresas requieren de
mentoría, a fin de sortear los retos de Venezuela, en el entendido de que se
vive en un contexto lleno de distorsiones.
·
Los
servicios asociados a impuestos son altamente valorados en Venezuela y en el
mundo.
·
El
sistema tributario venezolano ha sido altamente afectado, por lo que por lo
pronto, las firmas deben enfocarse en hacer eficientes y efectivos a sus
clientes en aspectos financieros y operativos.
·
Las
empresas deben enfocarse en mitigar los problemas que generan la
desprofesionalización de sus gerentes.
[2]
Aguilló, S. (2016). “El asesoramiento empresarial”. Universidad Miguel
Hernandez: España.
[3]
Arzola, M. (2010). “Evaluación del aprendizaje en el sector de consultoría de
Ciudad Guayana, Venezuela”. Ingeniería Industrial. Actualidad y nuevas
tendencias. Año 3, Vol. II, N° 5: Venezuela.
[4]
Rodriguez, J. (2012). “Mentoring para emprendedores, Guía práctica”. Red de
Mentores Madrid: España.
[7]
Rachadell, M. (2011). “El marco político y económico de la reforma tributaria
en Venezuela”. AVDT: Venezuela.
[9]
García, W. (2017). “La fiscalidad sobre las ganancias y su impacto gerencial”.
Borders: Puerto Ordaz, Venezuela
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