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Opinión



domingo, 22 de abril de 2012

Actualidad Financiera y Fiscal en el Diario de Guayana N° 40

Intimidación

Aguas arriba

De acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española, intimidar –del latín cristiano intimidāre- consiste en causar o infundir miedo o entrarle o acometer a alguien el miedo. El proceso de intimidación puede manifestarse por medio de amenazas físicas, manipulación emocional, abuso en el verbo, humillación y puede llegar hasta al maltrato físico.

Como resultado de dicha intimidación, el intimidado puede actuar de manera inapropiada, sucumbiendo así a los deseos del que intimida y no a la realidad económica, social y legal que realmente compete para el momento de este tipo de agresión. Si alguien sufre de una afección grave o desconocida a la fecha, la intimidación pudiese hasta ocasionar mayores y desproporcionales problemas al intimidado.

Aguas en el medio

Hace poco escuchaba a un amigo diciendo -a título personal- que la Administración Tributaria era creada con un concepto que permitía utilizar la intimidación como arma para poder coaccionar a los particulares a cumplir con sus obligaciones de carácter fiscal, creando de esta forma un aura impenetrable que hacía que los contribuyentes sucumbieran como muertos andantes a cumplir con obligaciones que -en ocasiones injustas- pudiesen causar perjuicios graves en la continuidad de emprendimientos personales. Si la Administración Tributaria se convierte en ese órgano que tiene como único fin, llevar a los contribuyentes contra las cuerdas, lograran que el que hoy contribuye, mañana cierre sus puertas y se convierta en un contribuyente menos al fisco, con las consecuencias que esto traería.

Con esto no quiero decir que la Administración Tributaria debe andar por las calles con un relicario pidiendo limosnas sumisamente a los contribuyentes, pero sin duda alguna debe ser una labor comedida y con mucho respeto para con los contribuyentes, considerando que por medio del pago de tributos se hace posible que ellos puedan visitar el automercado cada quince y último. Se vuelve una completa antilógica que los empleados públicos se sientan superiores a los ciudadanos, cuando los primeros dependen moral y económicamente de los segundos.

Aguas abajo

El trabajo de la Administración Tributaria debe ser educativa -mediante charlas y talleres continuos- aprovechando los conocimientos de los profesionales que están dentro y fuera de la institución a fin de que puedan proveer de una profunda cultura tributaria de un sistema tributario tan complejo y especializado como el que actualmente tenemos –y que deberá ser simplificado-, que permita que los contribuyentes puedan cumplir sus obligaciones al fisco sin tener que desatender sus emprendimientos, debido a procesos burocráticos y repetitivos que puede que no lleven a mucho.

Es tiempo de que se concientice de que sin emprendedores no habrá dinero que recaudar, así que la preparación de los funcionarios y el respeto para con los contribuyentes es fundamental en una sociedad democrática. Aún extraño las reuniones empresariales que hacía la Administración Tributaria de mis recuerdos. Hasta una próxima entrega. @wlagc http://actualidadfinancierayfiscal.blogspot.com/

1 comentario:

  1. El principal problema radica en los funcionarios, que tienen metido en la cabeza que el dinero recaudado mediante impuestos les pertenece y por ende tratan y agreden a los contribuyentes, logrando con esta clase de acciones alejar aún más a las personas naturales y jurídicas de sus deberes tributarios. Se debería emplear personal realmente capacitado para cumplir estas funciones tan delicadas y de vital importancia para una economía.

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