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Opinión



domingo, 20 de mayo de 2012

Actualidad financiera y fiscal en el Diario de Guayana N° 44

Murphy  y los emprendedores

Aguas arriba

De manera a veces jocosa  y en otras de manera un tanto fatalista, acostumbramos a endosarle la culpa de nuestros desaciertos al gran amigo Murphy, creyendo que con eso nos exoneramos en algo por el tropiezo acaecido y de cierta forma nos hace sentir mejor por el hecho de creer que una fuerza desconocida fue lo que lo produjo, y no que es la consecuencia de un acto llevado a cabo por nosotros mismos.

Es contradictorio, pero las leyes de Murphy no fueron popularizadas con tan trágico fin y por el contrario, su objetivo es sencillamente mantenernos atentos ante cualquier contratiempo que se pueda originar, dando para cada situación un plan de contingencia que nuestros proyectos sabrán agradecer.

Existen muchas hipótesis en cuanto al nacimiento de estas leyes, así como se achacan una serie de anécdotas para tratar de explicar el por qué de las mismas. Hay historias que tienen como protagonistas a monos, emparedados untados y hasta días lluviosos. Algunos más puristas prefieren decir que todo viene de la ley de Finagle de los Negativos Dinámicos, la cual de una manera más técnica trata de explicar lo que Murphy popularizó.

Aguas en el medio

Cuando alguien preguntaba: ¿Cómo hicieron para que todo saliera de acuerdo al plan?, la respuesta era: “lo logramos aplicando las leyes de Murphy, previendo todos los errores que podrían cometerse y sus posibles soluciones”. De esa forma vemos el vaso medio lleno y no medio vacío.

Generalmente soy de los que dice: "bendita ley de Murphy", pero también tengo claro de que no es un hecho divino lo que me originó el problema, sino el resultado de algo o sencillamente el desenlace que inevitablemente ocurriría y del cual inicialmente me negaba rotundamente.

No hay nada como llegar a la conclusión de que el resultado -así sea adverso- fue inicialmente identificado y reconocido y que además ya tiene un plan alterno para mitigarlo de forma parcial o total. De no ser así, podemos concluir que la planificación realizada no cumplió con sus objetivos de ayudarnos a identificar los riesgos asociados a cada acto.

Aguas abajo

El caso en el cual ocurra algo adverso que no hayamos podido prever, no es causado por la maldad sin precedentes del señor Murphy, sino de un deficiente diseño de nuestro proyecto, el cual basamos en un desmedido optimismo que nos hace obviar eventos negativos que indudablemente deben ser solucionados, a menos que nuestra intención sea la de abrir y cerrar emprendimientos como si fuesen simples puertas.

Las leyes de Murphy son para prever, no para tener un culpable habitual en cada problema, así que no hay  ningún  ensañamiento en contra del emprendedor por parte de este viejo amigo. Hasta la próxima entrega. @wlagc http://actualidadfinancierayfiscal.blogspot.com/

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