Aguas
arriba
En
ocasiones hay que volver a los fundamentos básicos de lo que debe ser un
sistema político, y en particular tributario, alineado tanto con la historia,
como con los retos que el futuro aflora.
Desde
tiempos remotos, donde la tributación tenía su fundamento en la coacción
mediante la violencia, los reyes se preocupaban sólo por garantizar sus
estándares de vida a expensas de sus ciudadanos. Aquí la dinámica era
sencillamente del poder a través de la aplicación del despiadado maso, donde el
simple hecho de nacer en la pobreza, te condenaba a esta siempre a la sombra de
otros más afortunados.
Era una
relación totalmente desigual donde se imponían, castigaban e intimidaban con el
único fin de recaudar dinero que consideraban les pertenecía solo por el simple
hecho de haber nacido con un título que así los facultaba. No había ningún tipo
de meritocracia, ni fundamente razonado para tal aseveración.
Posterior
a esto, los mismos ciudadanos empezaron a crear condiciones para demostrar que
su obligación estaba relacionada no a un bien particular, sino a un bien común,
advirtiendo a sus reyes que si bien sería aceptado su estatus, no serían
aceptados los excesos que hasta la fecha se habían dado, siendo la
participación ciudadana determinante.
Aguas en
el medio
Pasa el
tiempo, y aun cuando vemos aún algunos reinados, se supone que su estatus pudiese
considerarse como decorativo, romántico y anecdótico, cambiando la percepción a
un esquema más occidental, en el cual el tributo es una fuente de ingreso más
que obtienen los estados para poder cubrir el gasto público en beneficio de
muchos.
Lamentablemente,
el gasto público a nivel mundial no ha sido direccionado sabiamente, dado que
el gasto militar y en tecnología que no genera un mayor valor en cuanto a la
calidad de vida, ha tenido una participación cada vez mayor, sin mencionar a la
corrupción como medio de sustento de muchos.
El tema
es bastante denso pero interesante sin duda, dado que la dinámica debe ser cada
vez más sencilla, sin dejar de ser técnico. El mayor reto es hacer entender a
la gente, que los estados son contratados por las masas para administrar los
recursos de todos.
Aguas
abajo
El tiempo
hace que sea necesario introducir nuevos mecanismos. Los estados federados
toman más fuerza, dado que cada región trata de atender sus realidades
particulares, perdiendo fuerza la centralización, que sin duda alguna genera
cada vez más burocracia.
La
burocracia genera más miseria y corrupción y nos aleja de la meta. Un sistema
tributario sano busca simplificar, no interfiere, recauda eficientemente, busca
generar condiciones, tecnifica sus procesos para hacerlos cada vez más agiles,
implementa tributos que estén relacionados con la capacidad de contribuir de
cada quien, y en general diseña el camino para que terceros inversores sientan
que más allá de recaudar, el sistema buscar extender una mano para ayudarse,
mientras ayuda a los particulares a lograr sus objetivos comerciales.
Un
sistema tributario es tan sabio, que puede detectar momentos en los cuales la
balanza es favorable y permite que sus contribuyentes obtengan beneficios aún
mayores, que se traducirían en mayor producción, fuentes de empleo, tecnología
y bienestar. Hace mucho tiempo que pasó el tiempo de los reyes. Hasta una
próxima entrega Http://actualidadfinancierayfiscal.blogspot.com/
@wlagc
Foto: Bath, Reino Unido
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