Turismo para exportar
Aguas arriba
En ciertas circunstancias (y como producto de
exportación), el turismo debe ser sinónimo de altísimos niveles de confort e
incluso de lujo. Dichas características deben darse desde el mismo momento en
que la persona o grupo toman la decisión de seleccionar el destino. Claro, esto
debe tener como excepción los mismos criterios creados para efectos de diseñar
el turismo extremo, ecológico o económico, donde las personas están conscientes
de lo que recibirán. Un pueblo con un entendimiento claro de las bondades
del turismo se siente agradecido por la naturaleza con lo que cuenta y además
acepta que el emprendimiento productivo desarrollado por empresarios genera
prosperidad y no lo ven como meros “capitalistas” con deseos de descuartizarlos
como reses.
No obstante a ello, aun cuando puede que no haya alto nivel de lujo,
debe haber comodidad y sobre todo salubridad, lo que de alguna manera nos
permite disfrutar de un ambiente organizado y funcional. Sin duda alguna, allí
no nos sentiremos agasajados, pero si agradecidos por el trato y el
mantenimiento. El detalle de la salubridad también pasa por un asunto de
salubridad, educación y entendimiento. Un poco de sentido común también juega
un papel importante.
Se pudiese concluir que el turismo de cada país es el reflejo del camino
que se ha tomado en lo económico y en lo político (e incluso en lo social como
forma de vida). Cuando vemos que no existe atención de calidad, sincera y
honesta por parte de los agentes turísticos; cuando vemos que la limpieza y
mantenimiento de las áreas no es prioridad para éstos y cuando el comercio está
deprimido con negocios cerrados o a medio camino, es sencillamente el fiel
reflejo de lo que el resto del país padece. Es una especie de marca de
fábrica que se lleva de forma indeleble y que solo se revierte con educación
para las masas.
Aguas en el medio
Lamentablemente no hay mucho que recomendar, dado que desafortunadamente
comparativamente la oferta es sustancialmente inferior en calidad, cuando
volteamos la mirada a nuestros vecinos menos favorecidos pero con una política
homogénea y sería para poder ofrecer calidad a todo nivel y nacionalidad.
Debería ser lo opuesto, pero hacerlo por puro nacionalismo solo genera el
riesgo de mayores problemas para con amigos y conocidos.
Basta conversar con algunos profesionales del turismo, y observar que
lamentablemente se dedican (por necesidad) a vender paquetes turísticos
mediocres, huyendo así de la esencia de la profesión que seleccionaron para
servirles de sustento, donde tienen una mira que apunta al otro extremo.
La verdad da tristeza, porque se nota que no tienen claro el camino.
Peor aún, cuando se discrimina a locales por el simple de hecho de no
contar con los recursos de personas extranjeras o cuando a esos mismos
extranjeros se les trata de timar para generar así mayores beneficios de forma
grosera.
Hay formas de hacer negocio de forma especulativa. Si eso se junta con
un gobierno nefasto, pues no hay mucho más que decir en favor de los que
intervienen.
Aguas abajo
Todo esto es una sumatoria brutal que elimina la legitimidad que se
tenía como tierra de gracia y buen trato y nos convertimos en la zona franca
para extranjeros que ven nuestra frontera como negocio y no como lugar de
esparcimiento, relax y disfrute.
Todo luce como una sinfonía de destrucción masiva, donde se juntan
playas sin mantenimiento de calidad, trato descortés de los lugareños, tiendas
cerradas o con precios imposibles producto de la economía que vivimos,
inseguridad, oferta de traslados vía mar o tierra de pésima calidad, viviendas
populares en zonas hoteleras y turísticas y en general todo un desastre masivo
que lo que invita es a sentir un altísimo de nivel de desgano y tristeza por lo
propio.
Pareciese que la profesión turística tiene un speach fundamental y
siempre nace con un "bien cuidado", “te lo lavo" o "te lo
traigo" y por ningún lado se ve el deseo de realzar tantas fortalezas que
viéndolas de lejos pareciesen infinitas, pero que al ser puestas en manos de
mediocres de profesión, se convierten en crónicas de una muerte anunciada sin
fecha de caducidad.
Con motivo de época vacacional de este lado del patio, es buen momento para
que se ejecuten mejores prácticas en
materia turística, donde el norte sea convertimos en una verdadera opción y no
en un saco de oportunistas sedientos del dinero fácil. Lamentablemente es una
generación que ya viene cabalgando en ese modus vivendi desde ya hace casi dos
décadas.
Aquí no hay mucho que inventar, solo basta con visitar islas vecinas y países
de América toda para poder ver que es muy sencillo hacer grandes cosas. Para
ello se necesita un Estado inteligente, un colectivo culto y una economía
robusta y muchos hechos y menos palabras. Lamentablemente hay ausencia de todas
las anteriores. Esperemos que se permita a empresarios serios y honestos, poder
explotar las oportunidades de negocio tangibles e infinitas que hasta un
infante pudiese notar. Hasta la próxima entrega @wlagc http://actualidadfinancierayfiscal.blogspot.com/
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