Desmaterialización
Aguas arriba
Como una suerte de catarsis, entre colegas discutíamos
todos los esfuerzos que hay que realizar para poder mantenerse en el camino de
los negocios en contextos complejos e intrincados. Se discutía airadamente que probablemente
el emprendimiento formal este en extinción, dado que culturalmente hemos
confirmado y validado la existencia de formas de hacer dinero, donde los
riesgos son bajos y las ganancias son altas, pero donde no se produce un
verdadero valor agregado ni se genera producción en escala, soportado en
trabajadores recibiendo remuneraciones justas y un estado recaudador y al mismo
tiempo garante de que el empresariado tenga condiciones claras, estables y
predecibles.
Parece que comprar un carro dañado, repararlo y venderlo
en un mes, es la forma más elemental de obtener muchas veces un sueldo mínimo
en un plazo relativamente corto, sin tener que lidiar con entes reguladores, ni
sindicatos dislocados cerebralmente. Sería terrible que se masifiquen prácticas
que nos devuelvan a la Edad de Piedra, donde prácticamente el hombre cazaba la
presa del día y se sentaba a esperar que la misma se acabara para emprender la
búsqueda del nuevo animal a ser compartido en la tribu. Una suerte de estado
situacional de satisfacción de necesidades en tiempo real. Un híbrido entre el
gestor y el que hace la cola inclemente a cuenta de una casta que prefiere
trabajar formalmente mientras le da vida un mercado paralelo que no quiere la
formalidad porque la misma requiere ocho horas de trabajo, sacrificio y
beneficios de hambre.
Básicamente, estaríamos retrocediendo en el tiempo de
forma inclemente, por el hecho cierto y tangible de no querer atravesar el
campo minado del cumplimiento de obligaciones de todo tipo, así como ataques no
esperados en los momentos de calma relativa. No se debe dar la razón, pero
tampoco es una decisión como para decidir desmaterializar un logro de toda la
vida, que genera prosperidad a muchas personas y sus familias.
Aguas en el medio
La mesa estaba llena de gente que emplea gente. Estaba
llena de profesionales que sueñan con un esquema de negocios en el cual se
pueda hacer un trabajo del cual todos se puedan sentir orgullosos no solo en lo
económico, sino en lo ético y humano, para con ello poder darle algo de paz al
sueño y no buscar atajos u otros mercados más seguros para poner en práctica
todo lo que se ha aprendido en estas dos últimas décadas de forma poco
ortodoxa, mientras vemos como en nuestros vecinos se dan condiciones cada vez más
sanas para poder hacer negocios, convirtiéndonos en la imagen de un niño que ve
frente a la vidriera de una juguetería, el robot de sus sueños, pero que en
principio no tiene como alcanzarlo porque análogamente está a una frontera de
distancia.
Lo más impresionante de todo es que la conversación se
sigue llevando con una claridad absoluta de que tropezaremos, seguiremos
pisando minas que explotaran, nos levantaremos y veremos como siguen haciendo
planes para fiscalizar al que produce y voltear la mirada ante el que
abiertamente toma la vía de la informalidad para enfrentarse a otro tipo de alcabala
igual de costosa, pero menos mediática.
La cantidad de entes reguladores en proceso de
fiscalización generan una seria incertidumbre del trato que seguirá recibiendo
el empresariado, sobre hechos que causó el mismo estado, por distorsiones
propiciadas por la forma como se manejan los más importantes indicadores.
Aguas abajo
Algunos sonreirán, pero la industrialización del mundo
generó un mayor nivel de compromiso por parte del emprendedor. Lo dejó pensar
en la producción a escala determinable de acuerdo a la capacidad instalada y lo
colocó frente a la historia como parte de la solución y nunca del problema.
La era modera afianza todo esto y le suma la globalización,
haciendo que el emprendedor sea cada vez más protagonista, permitiendo al
trabajador tomar parte fundamental del protagonismo, dado que son ellos los que
ponen la mano, para que haga realidad lo que está en un frio papel.
Ese protagonismo empresarial debe ser respetado por los
entes recaudadores y por los trabajadores (en nombre propio o por partes que se
autoproclamen como tal) para que el equilibrio se mantenga y pueda existir
verdadera prosperidad. La función del estado deberá ser ponerle a fin a la
corrupción y extorción como fuente primigenia de nuestros problemas y ejemplo
fiel de que lo que comienza mal, termina mal. Hasta una próxima entrega. @wlagc
http://actualidadfinancierayfiscal.blogspot.com/
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