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Opinión



domingo, 31 de mayo de 2015

Actualidad financiera y fiscal en El Diario de Guayana N° 202

Desmaterialización

Aguas arriba


Como una suerte de catarsis, entre colegas discutíamos todos los esfuerzos que hay que realizar para poder mantenerse en el camino de los negocios en contextos complejos e intrincados. Se discutía airadamente que probablemente el emprendimiento formal este en extinción, dado que culturalmente hemos confirmado y validado la existencia de formas de hacer dinero, donde los riesgos son bajos y las ganancias son altas, pero donde no se produce un verdadero valor agregado ni se genera producción en escala, soportado en trabajadores recibiendo remuneraciones justas y un estado recaudador y al mismo tiempo garante de que el empresariado tenga condiciones claras, estables y predecibles.

Parece que comprar un carro dañado, repararlo y venderlo en un mes, es la forma más elemental de obtener muchas veces un sueldo mínimo en un plazo relativamente corto, sin tener que lidiar con entes reguladores, ni sindicatos dislocados cerebralmente. Sería terrible que se masifiquen prácticas que nos devuelvan a la Edad de Piedra, donde prácticamente el hombre cazaba la presa del día y se sentaba a esperar que la misma se acabara para emprender la búsqueda del nuevo animal a ser compartido en la tribu. Una suerte de estado situacional de satisfacción de necesidades en tiempo real. Un híbrido entre el gestor y el que hace la cola inclemente a cuenta de una casta que prefiere trabajar formalmente mientras le da vida un mercado paralelo que no quiere la formalidad porque la misma requiere ocho horas de trabajo, sacrificio y beneficios de hambre.

Básicamente, estaríamos retrocediendo en el tiempo de forma inclemente, por el hecho cierto y tangible de no querer atravesar el campo minado del cumplimiento de obligaciones de todo tipo, así como ataques no esperados en los momentos de calma relativa. No se debe dar la razón, pero tampoco es una decisión como para decidir desmaterializar un logro de toda la vida, que genera prosperidad a muchas personas y sus familias.

Aguas en el medio

La mesa estaba llena de gente que emplea gente. Estaba llena de profesionales que sueñan con un esquema de negocios en el cual se pueda hacer un trabajo del cual todos se puedan sentir orgullosos no solo en lo económico, sino en lo ético y humano, para con ello poder darle algo de paz al sueño y no buscar atajos u otros mercados más seguros para poner en práctica todo lo que se ha aprendido en estas dos últimas décadas de forma poco ortodoxa, mientras vemos como en nuestros vecinos se dan condiciones cada vez más sanas para poder hacer negocios, convirtiéndonos en la imagen de un niño que ve frente a la vidriera de una juguetería, el robot de sus sueños, pero que en principio no tiene como alcanzarlo porque análogamente está a una frontera de distancia.

Lo más impresionante de todo es que la conversación se sigue llevando con una claridad absoluta de que tropezaremos, seguiremos pisando minas que explotaran, nos levantaremos y veremos como siguen haciendo planes para fiscalizar al que produce y voltear la mirada ante el que abiertamente toma la vía de la informalidad para enfrentarse a otro tipo de alcabala igual de costosa, pero menos mediática.

La cantidad de entes reguladores en proceso de fiscalización generan una seria incertidumbre del trato que seguirá recibiendo el empresariado, sobre hechos que causó el mismo estado, por distorsiones propiciadas por la forma como se manejan los más importantes indicadores.

Aguas abajo

Algunos sonreirán, pero la industrialización del mundo generó un mayor nivel de compromiso por parte del emprendedor. Lo dejó pensar en la producción a escala determinable de acuerdo a la capacidad instalada y lo colocó frente a la historia como parte de la solución y nunca del problema.

La era modera afianza todo esto y le suma la globalización, haciendo que el emprendedor sea cada vez más protagonista, permitiendo al trabajador tomar parte fundamental del protagonismo, dado que son ellos los que ponen la mano, para que haga realidad lo que está en un frio papel.


Ese protagonismo empresarial debe ser respetado por los entes recaudadores y por los trabajadores (en nombre propio o por partes que se autoproclamen como tal) para que el equilibrio se mantenga y pueda existir verdadera prosperidad. La función del estado deberá ser ponerle a fin a la corrupción y extorción como fuente primigenia de nuestros problemas y ejemplo fiel de que lo que comienza mal, termina mal. Hasta una próxima entrega. @wlagc http://actualidadfinancierayfiscal.blogspot.com/

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