Sector
formal
Aguas
arriba
El
sector formal de la economía es fundamental para una nación, sin importar su
tamaño o tendencia política. Este garantiza prosperidad a través de la
generación de empleo de calidad, pago de tributos y la masificación de
negocios, dado que el efecto multiplicador de emprendimientos sólidos es
tendiente al infinito. Considerando esto, el darle la oportunidad a una entidad
de entrar al mercado, permite que de forma consistente se adhirieran nuevos
segmentos en el muy corto plazo.
Los
grandes proyectos empresariales requieren de proveedores de bienes y servicios
de todo tipo y tamaño, por lo que estos deben estar atentos a la posibilidad de
asistirlos. Para ello, la formalidad de sus propios negocios es clave, dado que
ninguna empresa mediana con solidez o grande con trayectoria querrá trabajar
con organizaciones que –por ejemplo-no emitan facturas y que sean evasores
confesos del sistema tributario y/o laboral.
Otro
punto importante de la formalidad siempre será la posibilidad de tener acceso a
la banca, lo que sin duda alguna puede traer beneficios de todo tipo,
considerando que el apalancamiento permite hacernos de recursos para crecer.
Allí también entrará la sensatez de los socios y directivos, que de una u otra
forma garantizará la optimización y ejecución correcta de dichas herramientas.
Aguas
en el medio
En
la teoría, todo tiene sentido y se entrelaza de manera perfecta. El gran reto
es poder tener el tesón y optimismo para poder emprender negocios que vayan más
allá de nuestra cocina, patio o anexo. La justificación habitual es que ser
formal implica más riesgos en un contexto adverso y parece que de forma
inmediata delimitamos nuestra actuación y hacemos que muera el proyecto sin
haber siquiera iniciado.
No
es secreto que las condiciones son totalmente adversas y que cualquiera que lea
este artículo opinará que todos estos comentarios son una sarta de sinsentidos
e incluso de desubicación espacio-tiempo; no obstante, lo interesante de todo
esto es que los optimistas y emprendedores en general pasan por encima a ese
tipo de críticas y más se esfuerzan por crecer tanto puertas adentros, como
puertas afuera, y eso es lo que hace y hará la diferencia.
Una
persona o grupo de personas que quieran iniciar un proyecto deben comenzarlo
con mucha cautela. Ciertamente, el momento no es propicio para tomar grandes
riesgos; no obstante, proyectos que se me comiencen bien y de a poco podrían
ser prósperos en el mediano plazo y los riesgos asumidos pudieron ser en su
momento de bajos a moderados. Aquí lo importante será la planificación –en la
medida de lo posible- para poder de manera sistemática iniciar con buen pie.
La
persona que comience vendiendo comida a pequeña escala y que nunca desee
formalizar, reinvertir y mejorar, siempre será el “de la esquina”. Por otro
lado, el que comience en un espacio muy pequeño, pero que tenga una visión de
corto y mediano plazo, podría ir marcando su crecimiento con mucho pulso.
Ejemplos de esos hay por cantidad.
Aguas
abajo
Es
un poco deprimente escuchar a personas quejarse de absolutamente todo, haciendo
comentarios rimbombantes, pero que no aportan siquiera una fuente de empleo
formal y de mediana calidad –ellos tendrán sus razones válidas-. Ese no es el
tipo de emprendedor que se requiere –realmente ese no es un emprendedor, de
hecho-, dado que no solamente con nuestros pensamientos cambiaremos el entorno.
Para poder cambiarlo, debemos dar mucho más que eso.
Uno
de los aspectos que más desfavorece a los emprendimientos en la actualidad son
los altos niveles de malas prácticas que conseguimos en las instituciones
públicas, donde de una u otra forma se logra ensuciar el deseo de hacer cosas
positivas. Allí, será fundamental para los emprendedores tener la entereza de mantenerse
firmes en sus valores éticos/morales y salir adelante por las vías legales –posibles-
de cualquier asunto generado de forma advertida o inadvertida. Esperemos que el
Estado lo entienda, lo asuma y lo mejore.
De
igual forma, es importante que separemos al emprendedor verdadero, al
oportunista que solo quiere pasarse un producto de una mano a la otra con el
único fin de engrosar la cuenta. Justamente ese es el que alimenta el mercado
de las malas prácticas y que vuelve al sistema crónico. Por lo pronto, es
importante abrir la mente y hacer cosas que valgan la pena, a menos que el plan
sea otro –lo cual, también es válido-. Hasta la próxima entrega. @wlagc http://actualidadfinancierayfiscal.blogspot.com/
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