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Opinión



miércoles, 17 de mayo de 2023

Las ciencias de la complejidad y el derecho

Wladimir García Castro[1]


El derecho administrativo y penal son seres vivos que van adaptándose a los tiempos, en la medida que el contexto va impactando la forma como los sujetos de derecho se interrelacionan, por lo que indudablemente, el estudio de la norma y los actos regulados no deben visualizarse desde una perspectiva lineal, si no ateniendo la complejidad de los mismos, las acciones que dan origen a la situación y las consecuencias que esto generará en las partes involucradas.

Siendo así, el proceso de comprensión se enriquece sustancialmente, dado que se da una franca y directa invitación a que el pragmatismo consciente, deliberado y científico entre a formar parte de una ecuación que por momentos luce extremadamente rígida (que en la práctica puede ocasionar peores problemas, que los que en el evento jurídico se están produciendo), pero que en la ejecución pueden ser atendidas de forma transversal, gracias al conocimiento que fluye de otras áreas del saber.

Desde la perspectiva de los paradigmas, la teoría crítica y el constructivismo sirven para generar procesos de reflexión por un lado y de socialización por el otro, que permiten que el derecho se permee de fuentes de información tendientes al infinito, para con ello poder generar nuevo conocimiento aplicable, donde se reestablezca en la medida de las posibilidades un concepto tan indeterminado como lo es el de la “justicia”; habida cuenta de lo cambiante que puede ser el mismo, dependiendo del tiempo, el sitio donde se pretenda aplicar y los sujetos derecho que se encuentren involucrados.

Si tratamos de operacionalizar ambos paradigmas en el derecho, podemos ver como en el modelo de teoría crítica, el estudiante del derecho ejecuta lo que por naturaleza esta instaurado en el sistema jurídico formal, para luego iniciar un proceso de reflexión que permita entender si efectivamente está prevaleciendo el buen derecho. Ese proceso da pie para que vuelva a accionar con elementos adicionales a los que inicialmente tenía.

De acuerdo con Carcova, M. (1998, p.72) “(…) el mundo ofrece al observador una cantidad prácticamente ilimitada de posibilidades de experiencia y de acción, a la cual corresponde, en cambio, una capacidad muy reducida de percibir, elaborar información y actuar. La complejidad no es más que exceso de posibilidades del mundo.” En el campo del derecho la presente aseveración es de suma importancia, dado que abre el abanico a múltiples posibilidades lógicas, que necesariamente no han sido escritas aun, pero que están enmarcadas en una realidad innegable, en un mundo que ha cambiado de forma significativa en los últimos cien años. El resto es que los cambios por venir son aún más profundos, cuando entendemos que la biosalud, la inteligencia artificial y tantos otros elementos y campos del saber estarán marcando la manera como la humanidad interactúa. Probablemente, lo que hoy es un delito, mañana no lo será y viceversa.

Siguiendo con Carcova, M. (1998, p.74) “(…) el concepto de complejidad aparece estrechamente vinculado al concepto de derecho. André J. Arnaud sostiene que, siendo la toma de decisión el centro de gravedad tanto del derecho como de la complejidad, una teoría de la decisión jurídica debe abordarse desde la teoría de la complejidad.” Esta razonablemente claro que el derecho debe entender que una vista lineal del problema, puede generar situaciones que terminen afectando a las partes de manera distinta, dependiendo del momento histórico en las que se originen.

El paso del hombre por el mundo ha planteado retos importantes. La esclavitud, la discriminación, los derechos humanos y tantas otras situaciones han estado negativamente reguladas, y desafortunadamente se ha considerado “justo”, eventos que hoy en día son considerados como delitos. Probablemente, en contraposición, hoy en día es ley y justo, actuaciones que en el futuro serán penadas de forma severa y que en este momento no podemos visualizar y anticipar con claridad. En este sentido, la propuesta para la evaluación de un problema complejo, podemos plantear las siguientes fases:


Tal como se visualiza en la imagen, el proceso de evaluación es cíclico, dado que debe ser ágil para poder adaptarse a los cambios, convirtiéndose en un ser vivo que permite entender el contexto, no imponiendo un criterio único ni persistente en el tiempo, dado que entiende que existen variables transversales que permitirán la evolución, y que para el momento actual es impredecible e incontrolable.



[1] Licenciado en ciencias fiscales, mención rentas de la Escuela Nacional de Administración y Hacienda Pública, ENAHP; magíster en ciencias gerenciales, mención finanzas de la Universidad Privada Nororiental Gran Mariscal de Ayacucho, UGMA; master en administración de negocios, Escuela de Negocios Formato Educativo, participado por la Universidad de Cádiz y doctor en educación de la Universidad Católica Andrés Bello, UCAB

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