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Opinión



martes, 9 de agosto de 2022

Presupuesto Público. Aspectos Teóricos y Prácticos

                                                                             Wladimir García Castro[1]

Presupuesto Público. Aspectos Teóricos y Prácticos

El presupuesto público es la manifestación cuantitativa de los requerimientos sociales de los electores; por consiguiente, su operacionalización debe ir orientada a satisfacer necesidades públicas con una visión estratégica, donde se combine lo que se requiere en el hoy y lo que se necesitará para el mañana, desde una perspectiva de sostenibilidad, atendiendo los pirales sociales, económicos y ambientes, en un base de políticas públicas sólidas que permitan la ejecución razonable de las premisas consideradas en su elaboración.

Desde el punto de vista social, los Ciudadanos que hacen vida en un país suscriben un pacto con el Estado, representado por una serie de poderes públicos (desde la visión vertical y horizontal), donde se precisa el hecho factico de la obligatoriedad legal de cumplir y hacer cumplir con deberes y derechos expuestos de forma razonablemente literal en todo el entramado legal de la Nación, impulsado de forma individual por espacios de tiempo finitos por fuerzas políticas, denominadas Gobiernos en oficina, que permiten materializar acciones de obligatorio cumplimiento, que tengan como objetivo garantizar la mayor suma de felicidad en los ciudadanos, con niveles lógicos y justos de convivencia, dentro de las fronteras que demarcan la Nación, y que se encuentran contenidas dentro de la concepción de Estado. De esta forma, se pueden denotar los distintos niveles de roles que se dan en esta relación desigual por naturaleza, entre los Ciudadanos y el poder que los gobierna y regula.

Esta concepción permite que claramente se den eventos hacía ambos sentidos, multifactoriales y transversales, donde los ciudadanos pagan obligaciones de carácter tributario, y demandan servicios públicos asociadas o no a dichas erogaciones. En términos prácticos estaríamos frente a una suerte de mancomunidad social-económica, donde los actores deben cumplir (pecuniariamente), para con ello recibir los beneficios que allí se causan. Siendo así, podemos entender que el Gobierno en oficina se convierte en el principal administrador y empleado/empleador, encomendado para llevar adelante la gestión pública en todos los niveles geopolíticos.

En este orden de ideas, y ya habiendo definido el rol de Ciudadanos-Estado, evidentemente nacen necesidades que surgen del proceso social de convivencia, que deben ser sufragados de forma proporcional por todos los que hacen vida en un espacio físico, llamado territorio. Estos aportes se hacen vía fiscal, con el pago de impuestos, tasas y contribuciones y nace un elemento importante de obligatoriedad a través de la coacción tributaria. Es decir, el ciudadano solicita al Estado que maneje la Hacienda Pública en nombre de éste, se compromete a pagar obligaciones tributarias y lo faculta para que ejerza la fuerza de la ley, en caso que se dé o promueva algún incumplimiento de este pacto constitucional suscrito entre las partes.

Es decir, se da la opción de ser el administrador y al mismo tiempo el ejecutor de todas las acciones que se necesiten para garantizar flujos futuros de dinero, que permitan resolver las necesidades que surgen de la socialización, aun cuando dicha situación genere insalvables fricciones entre las partes sujetas a esta relación.

Aun cuando por la narrativa pareciese que la tributación se convierte en el primer disparador, lo cierto es que no es así. Las necesidades colectivas son el primer elemento que surge en esta relación y necesidad de convivencia. Allí, el Estado propicia espacios para que se identifiquen y cuantifiquen necesidades colectivas que deben ser satisfechas, demarcando toda una serie de atribuciones, competencias y obligaciones a sujetos de derecho de carácter público, quienes son los llamados a proveerlos partiendo de una importante cantidad de principios previstos en la normativa local.

Una vez identificadas las necesidades (las cuales son ilimitadas por naturaleza) se procede a preparar los respectivos presupuestos que servirán de base para la ejecución del gasto público, soportados en recursos financieros (limitados por naturaleza), el cual podrá combinarse con la inversión en bienes y servicios que puedan promover mejoras de largo plazo y allí es donde entra un carácter estratégico importante, tomando en consideración de que el mismo se prepara amparado por las instituciones del Estado, pero con la visión de Gobierno, la cual puede diferir de nuevas fuerzas políticas por ocupar la posición en el períodos subsiguientes, por lo que la pluralidad debe tener una claridad importante, a fin de que la misma se fundamente en expectativas compartidas de forma razonable, por las distintas fuerzas políticas que hagan vida en el país.

Ya siendo cuantificadas las necesidades en el presupuesto, inicia una importante lucha entre lo que se debe hacer, lo que se necesita hacer y lo que realmente se puede hacer. Partimos de la premisa de que las necesidades son ilimitadas, pero los recursos si son limitados, por lo que la identificación de prioridades y el planteamiento lógico de planes de largo aliento terminan convirtiéndose en un punto de discusión por los costos políticos que ocasiona la visión de corto y largo plazo que pueda tener un gobierno, quien bajo condiciones normales tiene claro que perdurará en el poder por un tiempo determinado, en el mejor de los casos.

Esta situación, por más que existan una serie de pesos y contrapesos que analicen administren y controlen la planificación y ejecución presupuestaria a todos los niveles geopolíticos, es indudable que genera una serie de retos importantes, manejados por el resto de los subsistemas de la actividad financiera del sector público.

El presupuesto público es deficitario por excelencia; es decir, normalmente, las necesidades sobrepasan la capacidad de generar ingresos de carácter tributario o por la intervención de bienes nacionales. En función a ello, una parte neurálgica de la determinación presupuestaria se basa en la determinación del nivel máximo de endeudamiento público, que permita ser sostenibles en el largo plazo (donde los pagos de capital e intereses sean viables para nuestros procesos presupuestarios), y que al mismo tiempo si logren generar estructuras que permitan por una parte satisfacer necesidades del hoy, propiciando proyectos que en el futuro sean aprovechables, entrando así en la concepción de ingresos ordinarios y extraordinarios, versus gastos ordinarios y erogación de inversión.

En este aspecto, las finanzas públicas y privadas confluyen en la idea de que el gasto púbico ordinario se debe satisfacer con el ingreso ordinario (tributación, rentas de bienes nacionales, etc.), mientras que el crédito público deber dirigido a la inversión que promueva cambios positivos en las áreas de competencia gubernamental.

La visión clara de construir infraestructura que permita movilidad (por ejemplo) es una de las tantas inversiones que puede hacer un Estado, con una visión prospectiva de las condiciones que se deben propiciar para atraer inversión y aumentar la producción, que luego se vean materializadas a través de la recaudación de tributos a nuevos contribuyentes. En ese sentido, toda acción de política pública, debe tener un objetivo claro en aras de un bien mayor.

Hasta este punto, solo se ha discutido en torno a la planificación presupuestaria; no obstante, es solo un ensayo numérico  que se fundamenta en premisas previstas por el Estado a sus distintos niveles, consideran la expectativa de eventos futuros que pueden o no darse de la forma estimada. Todo esto se logra dilucidar en el momento de ejecución, donde como en todo presupuesto pueden haber situaciones no previstas que requieran la reconducción presupuestaria, la solicitud de créditos adicionales o la suspensión de acuerdos previamente previstos.

Estos eventos, para el caso venezolano, deben ser debidamente revisados y aprobados, dependiendo del nivel geopolítico donde se encuentre, por lo que el sistema de pesos y contrapesos se vuelve fundamental para con ello garantizar la mitigación de riesgos de corrupción.

 El presupuesto público es un eslabón clave en el funcionamiento de los subsistemas de la actividad financiera del sector público y es el que marca el camino de los otros subsistemas, dado que informa la magnitud de necesidades que deben ser satisfechas y el costo de las mismas. Esto, automáticamente activa a los sistemas de tributos, aduanas, bienes nacionales y crédito público, quienes finalmente son los que deben propiciar condiciones para lograr generar u obtener fondos suficientes y en los tiempos necesarios, para así garantizar el funcionamiento de las instituciones.

Desafortunadamente, se ha dado una importante opacidad en la información presupuestaria del país, solo dejando entrever el impacto que este ha tenido sobre el gasto social y dejando visiblemente de lado la inversión en infraestructura que permita hacernos transitar hacía la nueva internacionalización del país, y con ello captar nuevas inversiones extranjeras que tengan como objetivo el crecimiento del Producto Interno Bruto, la estabilización de las Reservas Internacionales, y en general la mejora tangible de la calidad de vida de los ciudadanos, en un ambiente legal estable, donde la protección de la economía se considere pieza clave en la ecuación, en el entendido de que ésta será la que propicie condiciones para el aumento del ingreso público de carácter fiscal.

Fuentes bibliográficas

 

Andara, L. (2019). “El presupuesto público venezolano”. Registrado y publicado por Andara Suarez, Lenin José

García, W. (2020). “Nuevos tiempos, nuevo ordenamiento”. Tomado en fecha 30 de junio de 2022. www.http://actualidadfinancierayfiscal.blogstpot.com http://actualidadfinancierayfiscal.blogspot.com/2020/06/nuevos-tiempos-nuevo-reordenamiento.html

García W. (2022). “Resultados 2021, retos del futuro”. Tomado en fecha 30 de junio de 2022. www.http://actualidadfinancierayfiscal.blogstpot.com http://actualidadfinancierayfiscal.blogspot.com/2022/05/resultados-2021-retos-del-futuro.html

OECD (2020). Panorama de las Administraciones Públicas América Latina y el Caribe 2020, OECD Publishing, Paris, https://doi.org/10.1787/1256b68d-es.



[1] Licenciado en ciencias fiscales, mención rentas ENAHP; magíster en ciencias gerenciales, mención finanzas UGMA; master en administración de negocios, Universidad de Cádiz y doctor en educación UCAB

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