Emprendimiento/Gerencia/Tributos/Finanzas/Tecnología/Social/Educación

Opinión



miércoles, 16 de noviembre de 2022

Alfabetización académica en el campo del Derecho Administrativo

 

Wladimir García Castro[1]


La importancia que reviste la transmisión sistémica y relevante de información en la sociedad del conocimiento es neurálgico para la sostenibilidad de cualquier área de afectación. Luego de llevar a cabo las lecturas sugeridas, más la recopilación de fuentes asociadas, indudablemente es razonablemente sencillo verse reflejado y retratado en dicho ecosistema, tanto en el rol de docente, como en el de estudiante. Aun cuando el caso de estudio (especificado como parte de la bibliografía) no es específicamente el venezolano, indudablemente, las brechas y retos son comparables, por lo que la reflexión puede ser extrapolada de forma bastante precisa al día a día de las instituciones de educación académica venezolanas, en todos los niveles existentes en el sistema local.

Ahora bien, pareciese sencillo fustigar a docentes y estudiantes por la falta de actividades tendientes a crear puentes entre el sistema que tenemos y el sistema que se desea en aras de propiciar la formación de jóvenes que aprendan a aprender por el resto de su vida, pero la verdad pudiese ser más compleja, dado que estructuralmente es muy complicado sentar bases sostenibles que generen claros incentivos para que los docentes sean más activos en aplicar técnicas que normalmente desconocen y conocimientos que pueden lucir estériles para los estudiantes en proceso de formación. El proceso investigativo es una actividad que prácticamente es realizada por los profesionales de todas las disciplinas de forma intuitivita, desconociendo que su aplicación sistémica genera altos niveles de eficiencia.

En las instituciones de educación superior, no se ha logrado juntar el provecho de la sistematización, con los conceptos que son expuestos en el aula, por lo que normalmente se entiende que existe una completa desconexión entre la realidad y la academia. 

Importante puntualizar algo relevante. El sistema educativo venezolano cuenta con una serie de escalafones en la labor del docente universitario. Tenemos la figura del auxiliar (sin ubicación precisa en la carrera académica), instructor, asistente, agregado, asociado y titular. Cada nivel, requiere de una serie de conocimientos, competencias y grados formales conducentes a título, convirtiéndose con ello en una estructura piramidal bastante rígida desde una perspectiva teórica, pero sin mayores diferencias cuando se mira desde una visión económica y de reconocimiento social.

No obstante a ello, dado el desconocimiento de dicha estructura formal, en muchas ocasiones se pretende mantener un nivel de exigencia determinado, independientemente de las características del profesional inserto en el sistema educativo en un rol de docente. Esto es un primer disparador que dista mucho de las mejores prácticas mundiales, donde cada escalafón tiene un rol y un objetivo dentro de ese sistema de generación de conocimiento. En función a ello, es improbable que un profesional iniciándose en el rol de docente, pueda ya tener competencias investigativas y de redacción de artículos científicos, cuando proviene del mismo ecosistema que persiste en esquemas donde lo principal es la repetición de contenidos. Por otro lado, lamentable que un docente con escalafón de titular, apenas haya logrado cumplir con un par de trabajos de corte científico en toda su trayectoria (realizados solo con el objetivo de mantenerse en la carrera).

Esta distinción (de escalafones) no solamente se basa en temas de mero trámite; se entiende que con cada uno, el profesional adquiere y mejora una serie de competencias investigativas (entre otras) que lo permiten conducir con certeza las distintas fases que conlleva generar un artículo con rigurosidad académica como resultado final, para con ello iniciar un proceso de socialización que permita que el conocimiento se transmita y reproduzca a través de nuevos trabajos y sirva en el aula para incentivar el debate y motivar a los estudiantes a emular los logros del docente que esta frente a ellos.

Desafortunadamente, pocos son los docentes que consideran interesante e importante la formación de aspectos investigativos, por lo que no se producen diferencias sustanciales entre la educación básica y universitaria, en el sentido de que se mantiene como un proceso formativo cíclico, donde los conocimientos no son sustancialmente actualizados a través de nuevas investigaciones propias o de terceros. A esto se le puede sumar la masificación del uso de redes sociales para intercambiar datos con escasa rigurosidad científica, por lo que terminan utilizándose blogs y demás medios regulados por caracteres (ejemplo: twitter) para socializar datos que deben tener una estructura mucho más formal, para con ello dejar de ser mera redacción anecdótica con poco o nulo valor real. Esta es una realidad palpable y desafortunada de manera simultánea, dado que desmerita los sacrificios que deben hacerse para alcanzar el logro de completar y culminar una investigación, versus la generación fértil de informaciones que carecen de basamento y que tienden a confundir a la audiencia con un lenguaje poco académico.

El profesor Carvajal (2011), identifica algunos mitos sobre la educación venezolana, mientras en simultaneo menciona lo que considera son una serie de realidades ineludibles de lo que ocurre en el país, cerrando con propuestas educativas. Dentro de las realidades se destaca el hecho de que la infraestructura educativa del país está en estado deplorable, mientras en paralelo entendemos que la situación económica y social de los educadores (sumado a las altas cargas de trabajo en planificación) genera altos niveles de estrés a los docentes, lo que coloca serias barreras que impiden una gestión y formación apropiada en el ámbito educativo.

Sumado a esto, indica que nuestra educación se sustenta en el facilismo y enciclopedismo, en una estructura que requiere gerentes (que carecen de formación gerencial) y que desafortunadamente se vende como educación de calidad, cuando realmente, desde su óptica, es un fraude al país. 

Ahora bien, de la lectura realizada de las publicaciones sugeridas de Carlino  (Alfabetización académica: un cambio necesario, alguanas alternativas posibles, 2002) y (Alfabetización académica 10 años después, 2012) sobre la alfabetización académica, queda claro que se tiene un camino por delante de alta complejidad, dado que para ello es necesario desmontar una serie de paradigmas que están instaurados en nuestros sistemas.

Ahora bien, centrándose en los problemas que podemos identificar de manera empírica (por lo que pudiesen ser potencialmente algunas líneas de investigación), de seguido se detallan algunos de los retos más tangibles para la labor investigativa (que promueva la alfabetización académica):

1.         Los profesionales no vinculados con la educación puede que tengan parcial desconocimiento de la investigación académica, por lo que no están interesados en la aplicación de metodologías que fueron planteadas en sus años de formación profesional de forma tortuosa y poco aplicable. Además de ello, erróneamente pudiesen creer que no agrega valor en la ejecución de sus tareas.

2.         Los docentes venezolanos se encuentran en el peor momento desde una perspectiva económica, lo que ha originado que deban hacer otras actividades remunerativas en paralelo a la labor docente. Esto disminuye en tiempo y calidad, la posibilidad de investigar de forma sistémica.

3.         El acceso a planes de formación conducentes o no a títulos son escasos o extremadamente costosos para el poder adquisitivo con el que cuentan, por lo que desafortunadamente, no persisten en su proceso formativo.

4.         No se visualiza una real conexión entre el logro académico y la generación de ingresos para satisfacer necesidades privadas del docente y su entorno. Muchas personas consideran que en la actualidad tiene más valor conocer oficios, que alcanzar títulos universitarios, dado que hemos migrado a una economía de inmediatismo en pro de la sobrevivencia.

5.         La infraestructura de las universidades públicas no propicia espacios de intercambio de conocimiento de forma segura y adecuada. Por otro lado, las universidades privadas cada vez se encierran más en sus muros y en cierta forma, aun cuando no necesariamente sea cierto, se vuelven cada vez más elitistas.

6.         El ser investigador no genera mayores beneficios económicos y sociales, dado que normalmente es una labor no remunerada y valorada por el entorno. La investigación requiere de tiempo y esfuerzo, y pareciese que las universidades consideran lo contrario, lo que muestra un alto desconocimiento de la tarea, desde la misma fuente primigenia del conocimiento.

7.         Los pocos investigadores han formado una suerte de conclave, donde es altamente  improbable ser exitoso en el proceso de publicación de artículos científicos por primera vez, por lo que indudablemente se requiere de muchas persistencia y rescilencia en las primeras de cambio, lo que desmotiva al investigador novel. Esto se suma al hecho de que en el proceso de revisión ciega no se genera una verdadera y genuina interacción que busque la mejora del investigador, dado que las correcciones son altamente generales y abstractas.

8.         Algunas revistas, en aras de ser sostenibles, requieren el pago de altos aranceles para la publicación de artículos científicos. Si bien es cierto, esto contribuye a que se mantengan activas, también es cierto que es económicamente inviable para investigadores que no están siendo apoyados por las instituciones académicas donde laboran.

9.         Los docentes desconocen el poder que genera en el aula, el estar en capacidad de proponer conocimientos producto de fuentes y reflexiones propias, y las infinitas posibilidades que se generan cuando consideramos el salón de clases como el principal ecosistema para levantar data y convertirla en artículos que puedan ser replicables por terceros en el futuro.

Ahora bien, revertir todos estos retos pasa no solamente por la voluntad de las partes. Para tener resultados positivos se requieren de políticas públicas y alianzas privadas que vean la importancia que reviste la creación de conocimiento aplicable en un país que tiene una brecha con el mundo importante, producto de la severa crisis política y económica de al menos los últimos veinte años, sumado al severo traspiés mundial dado por el COVID-19. Hasta este punto, se requiere un reconocimiento claro de la importancia de la mancomunidad, siempre y cuando vaya en pro de generar data que sea de interés colectivo.

En el área que nos compete, el derecho puede que tenga ciertas ventajas comparativas con respecto a otras disciplinas, dado que en la formación académica del estudiante, es de suma importancia el consumo literario, para la posterior traducción en información condensada y aplicable a casos y circunstancias previsibles, pero al mismo tiempo diferentes, considerando que versan sobre hechos humanos que puede ser o no homogéneos y que además van evolucionando, en función a los cambios de la misma civilización que los acoge.

Esto hace que el ejercicio de la investigación y posterior escritura sea una competencia primordial para cualquier abogado que quiera ejercer un buen derecho, en los términos previstos en la normativa, y a la luz de la doctrina, la jurisprudencia y el derecho comparado. Teóricamente está clara la necesidad de formación intelectual suficiente, para con ello poder ejercer de acuerdo a los estándares mínimos necesarios; en la práctica, pareciese que la situación cambia, producto de sociedades altamente comprometidas con la discrecionalidad excesiva del funcionario público, lo que conlleva a la desaplicación de procedimientos formales, bajo circunstancias en las que debe aplicarse el buen derecho de manera irrestricta.

El derecho administrativo reviste un reto particular, dado que éste se alimenta del contexto, lo que hace que sea cambiante y desafiante por naturaleza. Esta situación hace que el investigador no solamente deba tener un conocimiento enciclopédico de la norma, también debe comprender el entorno y estar claro de que la evolución de los procesos, la tecnología, los hábitos, patrones, etc., tuvieron, tienen y tendrán un impacto significativo en el quehacer diario, debiendo quedar plasmado en la forma como interactúa la administración con los administrados, en un ambiente que no para de cambiar y que quedarse atrás pone en desventaja a todas las partes.

Ahora bien, la situación del profesional del derecho dedicado a la educación es la misma descrita inicialmente, considerando que solo un puñado de abogados han tomado la lanza de la investigación como parte de sus asignaciones diarias, en una sociedad legalmente disminuida, donde la principal tarea se ha convertido en la gestoría, donde no se genera ningún valor de carácter académico, y que por el contrario desfigura la capacidad inventiva de dichos profesionales.

Está claro que dicha actividad se ha masificado por la misma necesidad de sobrevivencia ya descrita, producto del constante deterioro de la  institucionalidad legal que ha permeado el sistema venezolano, pero que solo puede ser recuperado a través de la masificación del uso de las mejores prácticas, como único instrumento para elevar la calidad de la disciplina en el país.

 Como plantea el profesor Carvajal, “sin embargo, hay esperanzas”. La mancomunidad en alianzas, sumado a políticas públicas coherentes pueden propiciar incentivos reales para que el estudio del derecho administrativo promueva la creación de contenido aplicable, que persiga la consagración del paradigma de la buena administración y que actualice la relación entre administración y administrados. Las actuaciones  llevadas a cabo por la administración pública distan mucho de las mejores prácticas mundiales, por lo que podría ser una oportunidad genial para que las universidades coloquen sobre la mesa todas las posibles líneas de investigación con impacto real en el manejo del país, con el apoyo y financiamiento de privados y públicos, en aras de que el trabajo de investigación sea económicamente viable y atractivo para grupos multidisciplinarios (considerando que una de las tantas bondades de la investigación, es que los aportes tendrán mayor valor si son vistos desde distintas perspectivas) interesados en aprender a investigar, para luego generar productos de calidad.

No deja de ser probable que ya exista mucha información científica de calidad encerrada en bibliotecas físicas y electrónicas de nuestras universidades, que no han visto la luz producto de la miopía de sus autoridades, por lo que el incentivo económico y social será tan solo un primer disparador para que la labor investigativa deje de ser una carga para obtener un grado académico o avanzar sentimentalmente en un escalafón profesional, y pase a ser un camino que promueva cambios para todos los involucrados de forma tangible.

En este sentido, una iniciativa en el derecho administrativo (que en términos prácticos estaríamos hablando de un problema, una necesidad o una brecha con relevancia) se debe presentar considerando su pertinencia en el tiempo, producto de los cambios que se van originando en el contexto donde se vive, siendo con ello fácil su justificación, dado que en la mayoría de los casos simplifica y mejora la interacción de las partes, garantizando con ello la genuina satisfacción de necesidades públicas, en torno a intereses colectivos propios de sociedad que constantemente cambia. Con ello, a través de una descripción detallada, se logra captar la atención de potenciales terceros interesados en que esto se lleve a cabo de forma sistémica, generándose con ello oportunidades de financiamiento para que de esta forma existan incentivos genuinos para investigadores, centros de investigaciones y demás vinculados con la mejora,  para con ello entrar en la fase técnica de planificación, ejecución y posterior socialización de los resultados de dicho esfuerzo.

Lo  más importante de este proceso es que no termina allí. Dichos resultados pueden ser discutidos en clase, los estudiantes pueden participar como parte de los equipos de trabajo y se incentiva a otros para que continúen con la profundización del conocimiento, a través de la exploración de los temas no abordados en profundidad por las investigaciones disponibles.

Como puede detallarse, esto es un ciclo que puede repetirse en una cantidad significativa de condiciones y circunstancias, por lo que hace que su saturación no sea previsible, dado que siempre habrá algo nuevo para aportar dentro de la sociedad del conocimiento, que pareciese por momentos ver con desdén, la importancia que tiene plantear ideas de forma ordenada, en contextos formales y académicos.

Siendo así, la alfabetización académica en el área del derecho administrativo nos lleva a entender que se requiere promover de una serie de competencias y habilidades investigativas y de escritura que permitan generar conocimiento aplicable y útil, y no la mera transcripción de eventos históricos que ya carecen de validez actual, con el único objetivo de hacer perfectible el sistema en el que hacemos vida, y que en la medida que este evolucione, deberán los investigadores reaccionar de forma oportuna para que eso se traduzca en acciones gubernamentales concretas, mientras en simultaneo se sientan bases para que el trabajo del investigador sea valorado por su importancia en el acontecer diarios de los ciudadanos, lo que nos lleva a una apertura clara del Estado en promover a la investigación como el camino para mejorar de forma constante su gestión de cada a los electores.

Por otro lado, invita a la universidad a visualizar las potencialidades que esto puede originar en términos de ranking, generación de ingresos y estatus en la comunidad académica, en el sentido de que mientras más investigaciones de calidad se promuevan, mayor será el impacto que esto genere en la sociedad en la que ellas mismas hacen vida.

A modo de cierre, participar en el proceso de alfabetización académica en cualquier área del saber es de suma importancia para todo profesional vinculado con la educación. Poder proveer a estudiantes el resultado de estudios propios, coloca sobre la mesa situaciones aplicables al contexto local y eleva la seguridad del docente, sobre los conocimientos que desea impartir en el aula.  Si a eso se le suma el hecho de que dicho estudio conlleva a una mejora en la interacción legal de los ciudadanos en dicha jurisdicción, el valor esta mucho más claro y se manifiesta una y otra vez cuando nuevos investigadores desean seguir ahondando en el tema, ya sea para rebatirlo o para elevarlo. Allí, en todo ese proceso se logra el fin último, el cual consiste en ser relevantes en el ambiente donde nos desarrollamos como profesionales, comprometidos con una causa.

Si bien es cierto las universidades deben generar condiciones para alfabetizar académicamente a estudiantes y docentes, también es cierto que la capacidad de investigar mejorará en la medida de que las personas interesadas insistan y practiquen, tal como lo hace cualquier deportista, artista o profesional en cualquier disciplina que desea destacarse. No basta solo un curso o unidades de crédito; es de suma importancia que cada interesado vea la investigación como una ruta para alcanzar logros intelectuales, económicos y de reconocimiento social.

Bibliografía

Carlino, P. (2002). Alfabetización académica: un cambio necesario, alguanas alternativas posibles. EDUCERE, 409-420.

Carlino, P. (2012). Alfabetización académica 10 años después. Revista mexicana de investigación educativa, 355-381.

Carvajal, L. (2011). Mitos, realidades y propuestas educativas. Táchira: Fondo Editorial Simón Rodríguez de la Lotería del Táchira.

 

 

 



[1] Licenciado en ciencias fiscales, mención rentas de la Escuela Nacional de Administración y Hacienda Pública, ENAHP; magíster en ciencias gerenciales, mención finanzas de la Universidad Privada Nororiental Gran Mariscal de Ayacucho, UGMA; master en administración de negocios, Escuela de Negocios Formato Educativo, participado por la Universidad de Cádiz y doctor en educación de la Universidad Católica Andrés Bello, UCAB

No hay comentarios:

Publicar un comentario