García,
Wladimir
C.I.
13.853.356
Guayana,
Junio de 2017
Índice
I.
Sustentabilidad
y sus dimensiones
Rockefeller, S.
(2015) exploró las dimensiones económicas, políticas, ecológicas, morales y
espirituales que afronta la sostenibilidad en el mundo democrático. Lo ve como
un asunto complejo que debe ser trabajado de forma sistémica; no obstante a
ello, mira como principal escollo la existencia de una severa desigualdad
económica advertida, clara y constante en todo el mundo. Desarrolla con sigilo
el hecho de que el hombre de negocios se aferrará a su poder para con ello
maximizar la producción, distribución y comercialización de bienes, aun
sabiendo sobre la existencia de elementos de otra índole que deben ocupar
puestos privilegiados al momento de tomar decisiones de negocio.
La Carta de la
Tierra y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas
son la respuesta ante esta dinámica, tratando de incorporar el elemento ético
en una ecuación desbalanceada y que prácticamente de forma unánime se decanta
en propiciar el crecimiento sobre el desarrollo económico. Indudablemente, los
esfuerzos ya sensibilizaron a algunos que sin dudarlo se han planteado la
misión de afrontar el tema, por más utópico que parezca. El gran reto será
poder traer algo de pragmatismo, a fin de que el tema pueda ser digerido por
las masas de forma más sencilla. Con ello, podrá invitarse a otras personas con
intereses más focalizados, para que brinden sus aportes por pequeños que
parezcan.
Habitualmente
vemos como las dimensiones económicas, políticas y ecológicas son las que más
coinciden en la literatura; no obstante, lo moral y espiritual van ganando cada
vez más adeptos en un mundo que se resiste a autodestruirse de forma
avasallante, por más que la sociedad moderna haga los mayores y mejores intentos
por acabar con todo lo que está a su paso. Todo indica que las próximas guerras
arruinaran países e industrias, y ello traerá una grave afectación en la
calidad de vida de los ciudadanos, minando el resto de las dimensiones de forma
inminente y con resultados prácticamente apocalípticos. El reto será poner cada
cosa en su contexto, y con ello comprender el camino que debe tomar la
humanidad.
Claramente, “el preámbulo de la Carta de la Tierra
también reconoce que existe una dimensión ética y espiritual del desarrollo
humano. En ese sentido, el preámbulo afirma que ‘una vez satisfechas las
necesidades básicas, el desarrollo humano se refiere primordialmente a ser más,
no a tener más’” (Rockefeller, S., 2015). Poder apreciar la simpleza y
templanza de esta expresión puede ser relativamente fácil para cualquier
persona con capacidad de leer. El gran problema será cambiar todos los hábitos
preexistentes y vivir en función a una serie de postulados que son de difícil
aplicación, por lo ya intrínseco de lo aprendido con tanta vehemencia por
siglos de historia.
II.
Economía
como ciencia
De acuerdo a
Rache (2010), la economía es una ciencia social que desde el punto de vista
positivo explica, describe y clasifica hechos económicos, a través de teorías
macroeconómicas y microeconómicas (cada una con características muy
particulares y consecuencias directas para la sociedad), mientras que desde la
perspectiva normativa se plantea el diseño y ejecución de normas para
estabilizar la economía por medio de políticas de corte fiscal, monetaria,
cambiaria y crediticia. Tal como se desprende de esta definición, la economía
tiene una cercana relación con ciencias administrativas, jurídicas, sicológicas,
históricas, sociológicas y con muchas otras ciencias exactas, para con ello
poder cumplir sus propósitos.
III.
Modos
de producción
De acuerdo a la
literatura, los sistemas económicos (o modos de producción) más importantes de
la historia son la comunidad primitiva, modo asiático de producción,
esclavismo, feudalismo, capitalismo y socialismo. Cada uno tiene sus
características particulares, y forman parte de la evolución del ser humano
desde el homo sapiens hasta la fecha.
Para poder entrar en materia, se debe destacar que los términos previamente
citados se refieren a la forma en que los hombres se han organizado
históricamente con el objetivo de satisfacer necesidades colectivas, logrando
con ello producir, distribuir y consumir los bienes y servicios disponibles.
Con todo ello, se logra crear una interacción razonable (no siempre justa)
entre las fuerzas productivas y la sociedad.
La comunidad
primitiva se manejaba en un ambiente semisalvaje, donde el hombre buscaba la
forma de satisfacer necesidades a través de la naturaleza. En este contexto,
éste es nómada, dado que se va desplazando en función a la obtención de lo que
requiere para alimentarse y vestirse, dándose con ello una especie de
cooperativismo inspirado en la necesidad y en el hecho de que no existe clase
social ni propiedad privada. La sociedad busca bienes y servicios, consiguiendo
satisfacerse prácticamente a pulso, imperando con ello en primera instancia las
fuerzas y habilidades individuales. Teóricamente, el hombre no se explotaba a
sí mismo, dado que la obtención de alimentos era la mínima necesaria. De igual
forma, ambos géneros tenían roles muy marcados en la sociedad. Pareciese tener
un sentido altamente sustentable, dado que se tomaba de la naturaleza
justamente lo necesario, considerando la precariedad de la situación y
contexto.
Antes de llegar
la esclavitud, irrumpe el modo asiático de producción. Este modelo fue aplicado
en Asia y por los aztecas. Su funcionamiento implicaba y desarrollaba la
explotación del hombre, la formación de una clase dominante y se dejaba de ser
nómada, para con ello instaurarse precariamente el concepto de propiedad. Con
este breve inciso se abre camino al esclavismo. Egipcios, babilonios y fenicios
dan el primer paso, instaurando la propiedad privada de los medios de
producción, lo que incluía a los esclavos como objetos con una utilidad clara
por su aplicación física en la obtención de bienes y servicios para una clase
superior. El hombre (por llamarlo de alguna forma) tiene un precio y forma
parte de la mercadería que puede ser comercializada.
Luego llegamos
al feudalismo; régimen de la Edad Media europea, quien sienta las bases del
capitalismo como principal modelo en el mundo. El poder redistribuye tierras y
privilegios en ciudadanos leales y en torno a ello se construye toda una
sociedad compuesta por feudos y servidumbre. Ya no se entienden como esclavos,
pero realmente la diferencia no era sustancial. El feudalismo desaparece y nace
el capitalismo. Llega la producción en masa, oferta, demanda, libre
competencia, mercados, dinero, riqueza, éxito como sinónimo de esfuerzo
individual y corporativo, tributación en torno a este fenómeno, intervención
limitada del Estado y tantos otros eventos de importancia. No todo es positivo,
dado que se dan grandes distorsiones entre la clase trabajadora, empresarios y
minorías, pero más allá de ello, evidentemente es el mejor modelo existente.
Por último,
aparece el socialismo. Difícil de entender y más aún de explicar. La Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas hacen el primer ensayo, donde predomina la
propiedad social, las clases sociales desaparecen, vuelven conceptos de
cooperación, desaparece la aparente "explotación del hombre", se
busca satisfacer necesidades sin perseguir la riqueza, vuelve el centralismo y
muchos otros elementos adicionales, en su mayoría abstractos. Pareciese que
funcionalmente, es el más sustentable, dado que racionaliza y redistribuye
“equitativamente”.
IV.
Limitaciones
de la economía y su interrelación con las otras dimensiones
Los modelos
económicos primitivos y socialistas muestran una cara que pudiese parecerse más
al modelo sustentable ideal. En ambos casos, en apariencia se visualiza la
utilización racional de recursos, cosa que en la teoría pudiese resultar
razonable. El gran obstáculo es que en el primero de los casos, existe una
precariedad notoria en la calidad de vida de las personas, mientras que en la
segunda, los ensayos han resultado insatisfactorios, dado que ha propiciado el nacimiento
de clases sociales que tratan de enroscarse en el poder, no viviendo las mismas
limitaciones que viven los ciudadanos, generándose ilimitadas distorsiones y
desmadres, tal como se ha podido ver en naciones que incluso han cruzado la
barda hacía el comunismo radical, que de hecho jamás ha podido ser entendido a
plenitud.
No todo ha sido
malo, dado que algunas naciones como Australia, Canadá, Noruega, entre otras,
han mostrado versiones muy interesantes de economías que viven entre el
socialismo y el capitalismo con mucho tino. No obstante, históricamente se ha
visto que el sistema de mercado abierto es el que más prosperidad ha traído
(aun cuando propicie otro tipo de luchas). Desafortunadamente, a la fecha no se
ha logrado del todo traer sustentabilidad completa, dado que en este modelo lo
principal será producir más y mejor, incluso arrastrando al mundo consigo.
El extremo de la
economía de mercado en muchas ocasiones genera severas distorsiones ecológicas,
dado que normalmente no trae consigo planes serios de recuperación de las áreas
de afectación (con algunas excepciones), partiendo del hecho de que desde una
perspectiva radical, el ingenio del hombre propiciará condiciones para resolver
baches futuros para cuando se agoten recursos no renovables. Por otro lado,
desde el punto de vista social en muchas ocasiones tampoco mira al hombre como
un colaborador en el proceso, sino como un mero recurso (por más que se
pretenda considerar que dicha visión ha evolucionado en el tiempo, cosa que es
parcialmente cierta). Este enfoque (por momentos anárquico) genera una brecha
entre el hombre ético y el que ejecuta acciones sin pensar en consecuencias
reales, sino solamente estadísticas, situación que pudiese profundizarse con el
paso del tiempo, sobre todo en países industrializados que cada vez requieren
más cuotas de poder.
Definitivamente,
resolver la dimensión económica hará que el resto de las dimensiones puedan
tener sentido y sean factibles en un contexto que cada día requiere de mayor
generación de bienes y servicios de consumo masivo, con el objetivo de mantener
los hábitos de consumo del mundo moderno. Esto pudiese ser detonante para
lograr un mundo verdaderamente sustentable y no simplemente una utopía.
V.
Fuentes
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