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Opinión



viernes, 9 de junio de 2017

Racionalidad

Aguas arriba


La racionalidad es ese intangible que hace que actuemos con la razón y no solo por nuestro instinto. Lo cierto es que esto es aplicado de forma limitada, dado que la dosis de irracionalidad del ser humano es infinita, lo que claramente se ve plasmado en millones y millones de personas que ingieren comida chatarra, beben alcohol, fuman, tienen constantes excesos, etc., etc. Todos estamos medianamente consientes de las consecuencias de los actos; no obstante, la propia esencia del hombre como especie hace que indudablemente seamos imprudentes en todos los aspectos de la vida. Durante el Siglo XX y lo que va del Siglo XXI (como historia contemporánea), los pueblos de América pensaron (contra toda lógica) de que el socialismo/comunismo era la forma más apropiada para hacer vida, obviando que la historia decía lo opuesto. Los resultados son más evidentes, dado que solo basta ver la calidad de vida de millones de personas de esta parte del mundo.

Desde el punto de vista económico, gran parte de las corrientes miran al hombre como un ser más o menos pensante, y en función a ello se diseñaron las principales teorías que hoy estudiamos; sin embargo, lo cierto es que hay mucho más. El hombre, como especie, no necesariamente actúa de la misma forma en todos los escenarios y momentos de la historia, por lo que forzosamente nos conseguimos con un no sé qué, muy difícil de explicar y que no termina de ser engranado en toda la macro estructura social. Siendo así, siempre será difícil la predicción de eventos de forma certera, dado que desafortunadamente siempre habrá una variable difícil de medir con total y absoluta exactitud. La capacidad de reacción de los habitantes de la Tierra es evidente, dado que tenemos al libre albedrío de nuestro lado, el problema es qué hacemos con ello.

Aguas en el medio

Muchos países del mundo han dado lucha férrea a sistemas totalitarios. Algunos esperaron décadas, otros años y uno que otro solo meses. Se dan cuenta del círculo vicioso donde se encuentran y arrasan con malos gobiernos y mini reinados desastrosos. Venezuela ha estado sumergida en una terrible pesadilla por casi dos décadas, dejando atrás una rica tradición democrática, donde los avances fueron tan notables que aún pueden ser vistos en cada esquina (la infraestructura construida en estos últimos años apenas está compuesta por algunos edificios con paredes de anime). Todo esto sin contar el nivel de desprofesionalización que hemos visto en las instituciones e incluso en la actitud del habitante común con el que nos topamos al cruzar la esquina.

Siendo así, es evidente que la racionalidad se ha perdido, producto de una serie crisis de movimiento que nos mantiene aferrados al teléfono, al borde de la silla, mientras esperamos ver el desenlace de una película verdaderamente terrorífica de la que eventualmente saldremos con todo y las heridas que se han abierto de forma incesante y con bajo nivel de cicatrización.

Aguas abajo

Los cambios en Argentina y Perú son evidentes; la situación de Ecuador es increíblemente llamativa por todos los recovecos que se ven a la distancia; Brasil hace todo lo posible por tomar en serio el papel que le toca por ser el más grande de Suramérica (sitial que ha asumió tímidamente); Colombia tiene una dinámica que desde aquí se ve bastante ecuánime, dado que tiene diatribas internas, que son resueltas en casa de forma altamente diplomática, donde la alternabilidad es más que evidente.


Por otro lado, nos conseguimos con países como Costa Rica, Panamá y República Dominicana, quienes luchan contra sus propios demonios y poco a poco se posicionan como engranajes eficientes que nos hace pensar sobre el futuro de la región. Los países desarrollados siguen siendo y lo serán en el futuro porque sencillamente cada quien sabe el rol que tienen en su sociedad. El estudiante sabe que debe estudiar, el constructor que debe construir y el gobierno entiende que debe dirigir como todo un maestro de obra y buen padre de familia. De este lado del mundo, aún seguimos cultivando nuestras apetencias particulares y no hemos terminado de comprender que ser ciudadanos es el título más honorable que podemos llevar a cuestas. Hasta la próxima entrega @wlagc http://actualidadfinancierayfiscal.blogspot.com/

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